Sandra Vargas Gutiérrez
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El domingo 10 de abril votarán por primera vez casi tres millones de peruanos que hace poco cumplieron la mayoría de edad, alrededor del 13% del total de electores aptos. Parte de este público se informa en gran medida a través de las redes sociales. Por ello, tener movimiento en Facebook y Twitter es productivo para los candidatos presidenciales. Sobre todo para los que eran nuevos rostros de la contienda, como fue el caso de Julio Guzmán, cuyo trampolín en las encuestas, antes de ser retirado, fue el mundo digital.
Hace dos meses, el entonces representante de Todos por el Perú apenas superaba el 1% en las encuestas, pero su nombre escaló rápidamente entre los primeros lugares de preferencia. Y parte de responsabilidad de aquel ascenso la tuvo Waldir Márquez, un estudiante de octavo ciclo de Comunicaciones de 23 años, quien apenas tuvo tres trabajos previos en agencias digitales.
A mediados de octubre, este joven fue contactado por Diego Gonzales, de la empresa Somark, para formar parte del equipo de campaña online de un entonces desconocido Guzmán. Y, junto a otras seis personas, aceptó el reto: un CEO (Diego Gonzales), una jefa de redes sociales (Camaia Noriega), un community manager (Wilmar Mamani-Titto), un diseñador creativo (Jordy García Paredes), un encargado del área audiovisual y un investigador y analista (Erick Juárez), encargado de mapear las menciones del candidato morado en las redes sociales, y Márquez.
“Al inicio manejamos a Julio Guzmán como si tratáramos una marca con tres objetivos claros: difundir quién es, compartir sus viajes y mítines y, finalmente, notificar sobre los temas de coyuntura nacional. Pero, antes de eso, lanzamos una campaña de intriga de dos semanas que terminó develando el hashtag #JulioVa”, le contó a Gestión.
Márquez cuenta que el éxito de la campaña radicó en el contacto directo con los seguidores. “Julio nunca respondía los mensajes que llegaban a sus redes, nosotros nos encargábamos de eso. Contestábamos a absolutamente todos los mensajes que llegaban y teníamos contacto con Guzmán para saber el tono de comunicación que quería”.
Corto plazo
El equipo trabajó solo cuatro meses en la campaña digital de Julio Guzmán. A fines de enero, el proyecto se canceló por falta de presupuesto: “No se gastó ni un sol en publicidad online, no había dinero. Como máximo se invirtió US$ 1,000 en cuatro meses”. Después, el proyecto fue liderado por voluntarios –asegura Márquez–, a quienes les explicaron la línea a seguir en las redes sociales.
En su corto tiempo de trabajo, Waldir conversó dos veces con Julio Guzmán para, junto al equipo, explicarle el plan que seguirían con sus cuentas de Facebook, Twitter y Youtube.