Trump no contiene la crisis: controversia con Rusia, filtraciones, dimisiones

Los demócratas quieren ir más allá con la creación de una comisión de investigación especial con poderes extendidos para los contactos del entorno de Donald Trump con Rusia, como se hizo para tratar el escándalo Watergate o tras el 11 de setiembre, algo que por ahora los líderes republicanos rechazan.

(Foto: AFP)
(Foto: AFP)

(AFP) Donald Trump sufrió este miércoles un nuevo revés con el retiro bajo presión de uno de sus candidatos a integrar su gabinete, un desaire que se suma a la crisis generada por las revelaciones sobre los repetidos contactos el año pasado entre su entorno y los servicios de inteligencia rusos.

El presidente republicano evitó hacer comentarios sobre los lazos con Rusia este miércoles, y denunció en cambio las filtraciones de información que alimentan a la prensa nacional y que le condujeron a pedir la dimisión de su consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, el lunes por la noche.

Flynn “ha sido tratado muy injustamente por los medios”, se quejó Trump en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro israelí en la Casa Blanca.

El magnate calificó estas filtraciones de “actos criminales” y apuntó por Twitter a la Policía Federal Estadounidense (FBI) y a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

En el fondo, Trump consiguió eludir las preguntas difíciles dando la palabra solamente a dos periodistas que no pertenecen a los grandes medios que investigan el escándalo.

El New York Times reveló, citando a cuatro responsables o exresponsables estadounidenses, que los servicios de inteligencia poseían registros y escuchas telefónicas entre los miembros del equipo de campaña del republicano y altos funcionarios de inteligencia rusos el año pasado.

Sin embargo, el contenido de esas conversaciones no muestra indicios de que hubiera habido cooperación con los rusos de parte de los estadounidenses, según las fuentes del diario.

“¿Quién manda?”
Estos imprevistos han reforzado el sentimiento de desorganización en la cumbre del Estado. “¿Quién manda?”, se alarmó el senador republicano John McCain.

Para añadir más caos al ambiente, la persona nominada por Trump para ser secretario de Trabajo, Andrew Puzder, fue presionado este miércoles para que retirara su candidatura debido a la oposición de numerosos senadores a dar su aprobación, muchos de ellos del bando republicano.

Puzder, un empresario millonario dueño de una cadena de comida rápida, era criticado por sus posiciones antilaborales -opuesto al aumento del salario mínimo- y un controvertido divorcio.

El FBI inició su investigación a partir del pirateo informático al partido demócrata en el 2015 y 2016, atribuido por Washington a los rusos. Los investigadores estadounidenses se dieron cuenta de que los allegados de Donald Trump se comunicaban regularmente con allegados del Kremlin.

Las escuchas telefónicas del embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, también revelaron que Michael Flynn le había hablado de las sanciones estadounidenses impuestas el 29 de diciembre por Barack Obama a Moscú, dejando entender que podrían ser suspendidas tras la sucesión presidencial.

Estas comunicaciones podrían haber disuadido a Vladimir Putin de responder con otras represalias a las sanciones estadounidenses.

La oposición demócrata maneja abiertamente la hipótesis de una colusión entre Moscú y el candidato Trump, que regularmente ha expresado su admiración por el presidente ruso.

Investigación especial
“Nunca he visto esto”, criticó el jefe de los demócratas del Senado, Chuck Schumer, tras una reunión “de urgencia” del grupo parlamentario.

Además de las investigaciones del FBI sobre las interferencias rusas en la campaña electoral y los eventuales contactos entre los allegados de Trump y Moscú, el Congreso, controlado por los republicanos, ha abierto sus propias pesquisas.

Trump, por su parte, niega cualquier contacto con Rusia.

Los demócratas quieren ir más allá con la creación de una comisión de investigación especial con poderes extendidos, como se hizo para tratar el escándalo Watergate o tras el 11 de setiembre, algo que por ahora los líderes republicanos rechazan.

La convocatoria a Michael Flynn parece de todas formas inevitable para que explique sus comunicaciones con los rusos y responda a la pregunta que está en boca de todos: ¿Recibió por misión del presidente enviar un mensaje a Moscú sobre un eventual levantamiento de las sanciones impuestas por su predecesor?

El martes la Casa Blanca negó rotundamente la existencia de tal acuerdo.

Trump se ha esforzado al mismo tiempo por probar su firmeza ante Moscú, recordando que Crimea había sido anexionada a Rusia durante el mandato de su predecesor. “¿Fue Obama demasiado blando con Rusia?”, se preguntó el mandatario en Twitter.

Su dilema concierne a las fuertes sanciones que muchos quieren imponer a Rusia como represalia por la injerencia durante la campaña electoral. El presidente republicano de la Cámara de los representantes, Paul Ryan, ha repetido que él es favorable.

Deseoso de cambiar de tema y de devolver la tranquilidad a sus partidarios, Trump anunció un acto para el sábado cerca de Orlando, en Florida (sureste), el primero desde su investidura el pasado 20 de enero.

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