(Agencias) El expresidente del Perú Alejandro Toledo acusó a la líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, de haber emprendido contra él una persecución política al aprovechar su mayoría en el Congreso.
El ex mandatario tiene una orden de arresto y una petición de extradición a Perú por supuesta aceptación de sobornos por valor de US$ 20 millones de la constructora brasileña Odebrecht.
En la entrevista para la agencia Efe, Toledo acusó a Fuerza Popular aprovecharse de su mayoría en el Congreso de la República para controlar, mediante el “chantaje”, al gobierno de Pablo Kuczynski.
“Hoy día soy un perseguido político y me quieren desaparecer del cuadro para que no impida la próxima elección de Keiko Fujimori”, dijo Toledo.
Toledo expone que tanto el expresidente peruano Alberto Fujimori, ni su hija, le han perdonado por “bajarse” su régimen en el año 2000.
“Yo soy un obstáculo muy fuerte”, y objetivo “de una revancha política, una persecución política que no tiene nombre”, asegura consternado el exmandatario. “¡A mi no me quieren juzgar, me quieren colgar!”, agregó.
Actualmente Toledo permanece en Estados Unidos desde que la Juticia de Perú ordenó su arresto y, posteriormente, su extradición.
“Los nombramientos de los fiscales y de los jueces los hacen los que tienen el poder. Y los que están juzgando ahora son nombrados, premiados y prometidos de ser congresistas cuando viene la próxima elección”, agrega.
En sentido, sostiene que las fuerzas de Keiko Fujimori “han colocado jueces y fiscales ad hoc” en el poder judicial peruano, y que tienen “arrinconado” al actual presidente.
“Lo tiene arrinconado porque Keiko Fujimori tiene absoluta mayoría en el congreso de la República. Acaba de bajarse al ministro de Transporte y Comunicaciones, el ministro (Martín) Vizcarra que, por coincidencia, es también primer vicepresidente de la república”.
Aunque dice “no atreverse a especular”, Toledo considera que “el que gobierna el país a través del chantaje” es quien “tiene mayoría en el Congreso, los fujimoristas con los apristas”, y que ello supone “un riesgo de que volvamos a caer, otra vez”, en una “falsa dictadura”.