Llevar las riendas de una nación y tener que responder por decisiones económicas y sociales que finalmente impactarán a millones de habitantes es un trabajo nada fácil, que en América Latina se remunera mensualmente desde US$ 2,842 y hasta más de US$ 20,409.
Entre los salarios presidenciales más altos de la región se encuentran los de los mandatarios de México, Enrique Peña Nieto (US$ 20,409 ) y de Chile, Michelle Bachelet (US$ 15,042), que en conjunto suman lo que le aparece cada mes en el cheque al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Sin embargo, y pese a que a nadie le caería nada mal ganarse ese dinero, son sueldos bajos comparados a los que podrían estar recibiendo altos directivos de multinacionales en sus países, según un artículo publicado por La República de Colombia.
Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado de Colombia, explica que “en el sector público los cargos medios o bajos son mejor remunerados que en el sector privado, mientras los cargos más altos en el sector público generalmente tienen un menor sueldo. Si por ejemplo el presidente Juan Manuel Santos dirigiera una gran empresa ganaría muchísimo más”.
Pablo Agustín Londoño, socio de CTPartners, dice que “un funcionario público en un cargo presidencial está manejando mucho dinero público y tomando decisiones, entonces los riegos penales que tiene al realizar la actividad son de gran complejidad, por lo que considero que están mal pagos”.
Aunque se debe tener en cuenta que el salario nominal generalmente se asigna por ley, como explica el experto en temas laborales Luis Carlos Ricaute, este es solo uno de los componentes de los ingresos mensuales de los funcionarios, que se complementa con beneficios como el pago de vivienda, de transporte o de viajes.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, y quien lidera a una nación con más de 200 millones de habitantes y un PBI de US$ 2,262 millones, gana mensualmente US$ 11,764, un poco más que sus colegas de Argentina, Cristina Fernández, y de Colombia, Juan Manuel Santos, que atienden una población cuatro veces más pequeña y cuyos sueldos se ubican en US$ 10,000.
Le siguen en su orden Rafael Correa de Ecuador (US$ 7,000), Nicolás Maduro de Venezuela (US$ 6,188) y Ollanta Humala de Perú (US$ 5,500).
“La motivación de las personas que se lanzan a la presidencia no es el sueldo que van a recibir, sino que obedece a razones políticas y de orden reputacional”, manifiesta Londoño.
Bolivia es el país que menos le paga a su gobernante. A Evo Morales le incrementaron el salario en 10% el año pasado y aún así solo recibe al mes US$ 2,845.
Una ley aprobada en el 2013 establece que el sueldo del presidente de Bolivia debe equivaler a 15 salarios mínimos, por lo que con el incremento de 10% debería ascender a 21,600 bolivianos (US$ 3,105), pero Morales renunció a recibir esa suma, con la austeridad de su gobierno como argumento.
En este caso, las brechas en lo que se paga están dadas por posiciones populistas y no realmente porque se haya hecho un estudio salarial completo. “Ningún presidente ha llevado la temática de aumentar su sueldo al Congreso y tampoco creo que se realice, pues existe principalmente en América Latina una gran población en déficit de sus estructuras salariales y con desempleo. Hacerlo se vería mal”, comenta el experto.
Presidente chino Xi Jinping aumentó su salario 62%
El presidente chino, Xi Jinping, y los seis otros miembros del comité permanente del buró político del Partido Comunista, subieron sus sueldos 62% el pasado martes.
Esta alza es la primera desde el 2006 en China, país donde los salarios de la función pública son tradicionalmente bajos. El salario básico del líder del gigante asiático pasa de los 7,020 yuanes (US$ 1,092) a 11,385 yuanes (US 1,773). Además, los funcionarios de menor categoría verán duplicar sus sueldos hasta los 1,320 yuanes (US$ 205).
La República de Colombia
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)