La Habana (AP).— El papa Francisco se encuentra en la Plaza de la Revolución de La Habana, capital de Cuba, realizando su primera misa ante una multitud que ya lo esperaba desde antes del amanecer.
“¡Viva Francisco, Viva Francisco!”, le gritaban mientras el pontífice avanzaba lentamente a bordo de un papamóvil abierto a los lados. La gente agitaba banderas de Cuba y del Vaticano.
El presidente cubano Raúl Castro aguardaba junto con su colega argentina Cristina Fernández frente al lugar donde Francisco encabezará la ceremonia litúrgica.
Católicos y no creyentes por igual llegaron hasta la plaza, donde se localiza la icónica imagen del Che Guevara.
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Los cubanos han elogiado desde hace días el apoyo del papa para avanzar en la normalización de relaciones con Estados Unidos. Incluso el mismo papa llamó la víspera a los líderes de ambos países avanzar aún más en ese camino y consideró que las negociaciones son ejemplo para el mundo.
El servicio matinal abrirá una jornada ajetreada para el pontífice, que incluye un encuentro formal con el presidente Raúl Castro y podría verse con su hermano Fidel, de 89 años. Francisco terminará el día con una visita a la catedral de San Cristóbal y con un encuentro con jóvenes cubanos.
El papa escribió una petición personal a los presidentes Barack Obama y Raúl Castro y recibió a sus delegaciones en una reunión secreta en el Vaticano para sellar un acuerdo tras 18 meses de negociaciones a puerta cerrada. Desde entonces, los dos líderes reabrieron sus embajadas en suelo contrario, celebraron un encuentro personal y mantuvieron al menos dos conversaciones telefónicas además de lanzar un proceso que busca normalizar las relaciones en campos que van desde el comercio al turismo o las telecomunicaciones.
A su llegada a la isla, Francisco se metió de lleno en el proceso de deshielo, instando a los gobiernos cubano y estadunidense a continuar por el camino abierto recientemente y “desarrollar todas sus potencialidades”.
El Vaticano se ha mostrado en contra del embargo comercial de Estados Unidos a La Habana bajo el argumento de que a quien más daño hace es a los cubanos de a pie, y espera que la distensión lleve a un eventual levantamiento de las sanciones.
Pero solo el Congreso estadounidense puede retirar el embargo. Francisco visitará la institución la próxima semana al inicio de la etapa estadounidense de su viaje, pero se desconoce si planteará el tema en su discurso en la cámara.
Con Raúl Castro a su lado, Francisco dijo que los acontecimientos de los últimos meses le habían dado esperanza.
“Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar a favor de la paz y el bienestar de sus pueblos y de toda América y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero”, dijo.
Castro, por su parte, calificó el embargo de “cruel, inmoral e ilegal” y pidió su cese al tiempo que agradeció nuevamente a Francisco su papel como promotor del proceso de normalización entre las dos naciones.
Se espera que el mensaje papal del domingo sea menos político y más pastoral.
Francisco dijo que llega a Cuba como un mensajero de la misericordia, con el objetivo de solidarizarse con un pueblo y una iglesia que han sufrido mucho.
El gobierno comunista de la isla nunca llegó a prohibió la religión per se. Pero estuvo cerca, cerrando escuelas religiosas luego de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959, y expulsando a sacerdotes y enviando a otros a la cárcel o a campos de trabajos forzosos, incluyendo al actual arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega.
Castro empezó a aliviar el control religioso en la década de 1990, retirando el ateísmo contemplado en la Constitución antes de la visita del papa Juan Pablo II y reinstaurando la Navidad como feriado poco después.
Hoy en día, la iglesia católica se ha establecido silenciosamente como la única institución prácticamente independiente con una influencia generalizada en la isla. Presente en zonas en su día completamente dominadas por el estado, la iglesia proporciona alimentos, educación, formación empresarial e incluso bibliotecas con éxitos extranjeros a la población.
En su discurso al llegar al aeropuerto, Francisco dijo que espera que su vivista renueve los lazos de amistad para que la iglesia pueda seguir haciendo su trabajo “con la libertad y los medios necesarios”.
Aunque la mayoría de los cubanos se declaran católicos, menos del 10% practica activamente la fe.