(Reuters) Como muchos inmigrantes portugueses que llegaron a Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial, Manuel Fernandes dedicó su vida a levantar su pequeña empresa: una panadería en Los Teques, una ciudad montañosa cercana a la capital.
Su esfuerzo se desmoronó en una sola noche. A las siete de la noche del miércoles, la irrupción de un grupo de saqueadores disparó la alarma de su local “La Mansión del Pan”, y de inmediato recibió una llamada a su celular.
Fernandes no pudo salir de su casa debido a las barricadas y protestas antigubernamentales que se han vuelto comunes en las últimas siete semanas de agitación, por lo que tuvo que observar los destrozos a través de las imágenes de las cámaras de seguridad.
“Había cientos de personas. Rompieron los vidrios de los mostradores, las neveras. Se llevaron todo: charcutería, queso, leche, cereales, los equipos”, relató el viernes el propietario, de 65 años, cuando supervisaba la instalación de unas gruesas placas de metal en las puertas de la panadería.
“Todo lo que tengo se lo he dedicado a esto. Mi familia depende de esto”, dijo el atribulado comerciante en una calle principal de Los Teques, donde la mayoría de los negocios resultaron saqueados en disturbios nocturnos que persisten allí desde hace una semana.
En otros episodios de caos y violencia, al menos 46 personas han muerto, y cientos han resultado heridos y detenidos. La pugna política también ha devenido en saqueos nocturnos.
Esta semana, el Gobierno del presidente Nicolás Maduro envió un contingente de 2,000 militares al estado de Táchira, fronterizo con Colombia, tras disturbios que dejaron decenas de negocios vacíos.
En el Valle, una barriada pobre en el oeste de Caracas, 11 personas murieron en medio de disturbios el mes pasado. Del grupo, ocho fallecieron electrocutados en una panadería.
En Los Teques, aproximadamente a una hora de Caracas en auto, los habitantes dicen haber sido testigos de media docena de víctimas dejadas por los intensos enfrentamientos de esta semana entre fuerzas de la seguridad y jóvenes opositores, que se autodenominan la “Resistencia”.
No obstante no hay recuento oficial de esas muertes.
Los periodistas de Reuters que visitaron la ciudad el viernes tuvieron que negociar con los jóvenes enmascarados que resguardan las barricadas con las que bloquean vías principales.
En su mayoría estudiantes, dicen que han decidido detener sus estudios para permanecer en la calle hasta que Maduro acepte ir a unas elecciones generales, la principal exigencia que hace la oposición para poner fin a la crisis.
Nada que perder
“Somos todos de familias humildes, no somos de la oligarquía como dicen”, contó Alfredo, un estudiante de 28 años, que dice liderar una unidad de la “resistencia” con otros 23 compañeros.
“No tenemos nada que perder, porque no tenemos nada. Yo ni siquiera puedo pagar un pasaje o mi comida. Ese tirano de Maduro ha jodido todo”, agregó.
Armados con escudos caseros, piedras y cócteles Molotov, se enfrentan a los agentes de seguridad y construyen barricadas con ramas, muebles y bolsas de basura, para bloquearles el paso, lo que causa un caos de tráfico.
También han derramado aceite en las calles y colocado alambres de púas en algunos sitios para dificultar el tránsito de los vehículos blindados de los uniformados.
El viernes por la mañana, un hombre se acercó a la barricada con una mujer en una silla de ruedas, y el grupo concedió un permiso especial para pasar. Algunas mujeres, que necesitaban visitar a familiares encarcelados en una prisión cercana, también lograron atravesar el bloqueo al conversar con ellos.
A media mañana, vecinos distribuían arepas, unas tortillas de harina de maíz básicas en la dieta del venezolano, al tiempo que los alentaban y agradecían por su lucha política.
El mandatario socialista, un ex conductor de autobús de 54 años, ha visto caer su popularidad desde que ganó por poco margen unas elecciones de emergencia en el 2013, para reemplazar al fallecido presidente Hugo Chávez que enfermó de cáncer.
Sin el carisma de su predecesor y los cuantiosos ingresos petroleros que dispuso Chávez, su heredero político enfrenta la peor crisis que ha vivido la revolución socialista, al tiempo que la oposición cuenta con el apoyo de la mayoría, por el descontento que produce una prolongada crisis económica.
Los disturbios están exacerbando los problemas del país que sufre una crónica escasez de alimentos y medicinas y una de las más altas tasas de inflación del mundo.
Maduro acusa a sus adversarios de promover una “insurrección armada”, con el apoyo de Estados Unidos, y culpa a los manifestantes “fascistas” por las muertes y la destrucción.
En Los Teques, sin embargo, los jóvenes de las barricadas negaron categóricamente haber participado en los saqueos.
“Estoy cerrando. Ahora la misma gente que me hizo esto no tendrá donde comprar comida”, señaló Fernandes, examinando lo que quedó de esa antigua calle comercial. “¿Por qué nos estamos lastimando todos, peleando entre nosotros?”.