Beirut (AFP).- El jefe del grupo Estado Islámico (EI) Abú Bakr al Bagdadi está muerto, anunció una onegé siria el martes, dos días después de la proclamación por Irak de su victoria en Mosul frente a esta organización yihadista responsable de atrocidades y atentados.
Si se confirma la muerte del jefe de EI, se trataría de un nuevo revés a esta organización que acaba de perder Mosul, su último gran bastión urbano en Irak. En Siria, su bastión de Raqa es también objeto de una ofensiva para su reconquista.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) afirmó este martes que responsables del EI le confirmaron la muerte de su líder, Abú Bakr al Bagdadi.
“Responsables del EI presentes en la provincia (siria) de Deir Ezor confirmaron al OSDH la muerte de Abú Bakr al Bagdadi, emir del EI”, declaró a la AFP el director de la oenegé Rami Abdel Rahman. “Nos hemos enterado hoy pero ignoramos cuándo y cómo ha muerto”.
El 22 de junio Rusia afirmó que era “muy probable” que hubiera matado a Bagdadi en un ataque aéreo a finales de mayo en Siria, una información no confirmada entonces por ninguna otra fuente.
El portavoz estadounidense de la coalición internacional, el coronel Ryan Dillon, indicó a la AFP que no podían confirmar esta información. “Pero esperamos que sea verdadera”, afirmó.
Desde 2014 circulan rumores e informaciones sobre la muerte del líder del EI, pero nunca fueron confirmadas. Estados Unidos ofrece una recompensa de 25 millones de dólares por su captura.
Bagdadi “estaba presente en el este de la provincia de Deir Ezzor” los últimos meses, agregó Rahman, que subrayó no obstante que no quedaba claro si murió en esta región u otra.
Sin reacción del EI
De momento, el EI no confirmó oficialmente la información.
Bagdadi no había dado señales de vida desde una grabación sonora difundida en noviembre, poco después del lanzamiento de la ofensiva para la reconquista de Mosul. En ella animaba a sus hombres a luchar hasta el martirio. Se cree que abandonó la ciudad al comienzo de este año, probablemente a través de la frontera entre Irak y Siria.
En su única aparición pública en julio de 2014, en Mosul, en la mezquita Al Nuri, Bagdadi proclamó el “califato”.
Los yihadistas de EI dinamitaron y destruyeron la mezquita y su minarete.
El domingo Irak proclamó la “liberación” de Mosul, su mayor victoria frente a EI que se había apoderado de la ciudad en 2014.
Los yihadistas continúan controlando amplios sectores de Irak y Siria, aunque perdieron terreno en ese país en donde su otro bastión, Raqa, está sitiado por las fuerzas militares apoyadas por Estados Unidos.
Mosul, destruida
La victoria de Mosul se obtuvo al precio de miles de víctimas, civiles y militares, de una gran crisis humanitaria y de destrucciones colosales.
Tras haber derrotado a los yihadistas en Mosul, las fuerzas iraquíes se enfrentan a la gigantesca tarea de garantizar la seguridad, limpiando de minas y explosivos la ciudad, para poder reconstruirla y permitir el regreso de centenas de miles de desplazados.
Es sobre todo la parte occidental de Mosul y su corazón histórico el que sufrió la mayor parte de las destrucciones por los combates puerta a puerta, los bombardeos aéreos y los ataques y explosiones provocadas por los yihadistas.
El martes las tropas iraquíes rastrillaban un pequeño sector del Viejo Mosul, en donde aún se esconderían algunos combatientes del grupo Estado Islámico.
Centenares de miles de habitantes quedaron atrapados en los combates. Amnistía Internacional acusó a las fuerzas iraquíes y a la coalición internacional que la apoya de haber recurrido a veces al uso inadaptado de la fuerza en zonas pobladas por civiles.
Las organizaciones humanitarias subrayaron además que la grave crisis humanitaria está lejos de haber terminado, aunque Bagdad anunciase su mayor victoria frente a EI con la reconquista de Mosul.
Según la organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional, la última parte de la batalla de Mosul se lanzó y se ganó “a cualquier precio”. Y los civiles pagaron, afirma, el precio más alto.