AFP.- La argentina Daniela Vargas, que llegó de manera irregular a Estados Unidos cuando era niña, fue liberada este viernes bajo supervisión de las autoridades migratorias, mientras se resuelve el pedido para su deportación, anunciaron sus abogados y activistas.

Su abogado, Nathan Elmore, afirmó durante que Vargas, de 22 años, “fue liberada” a “discreción” de la agencia migratoria estadounidense ICE y deberá presentarse periódicamente ante esa instancia gubernamental.

La joven fue arrestada la semana pasada tras hablar públicamente contra las deportaciones de indocumentados en un acto en Jackson, Mississippi (sur), lo que automáticamente movilizó a los activistas a favor de los migrantes.

Desde la investidura del presidente Donald Trump en enero, la dotación de más recursos y poderes al ICE para detener inmigrantes sin papeles ha generado una ola de temor entre activistas e inmigrantes.

Los abogados de Vargas y representantes de organizaciones que defienden a los migrantes celebraron la liberación de la joven, pero advirtieron que aún puede ser deportada.

“La orden de deportación es una nube que cuelga sobre ella, es algo que la pone en peligro todos los días”, señaló Elmore.

Vargas llegó a estar protegida por el DACA, un decreto firmado por el expresidente Barack Obama en el 2012 que impide que los niños traídos por sus padres ilegalmente a Estados Unidos y que han crecido aquí sean deportados. Unos 750,000 jóvenes se acogieron al programa.

Vargas dejó expirar en noviembre este mecanismo que la protegía porque, según sus abogados, no tenía los US$ 500 necesarios para renovarlo. En febrero inició finalmente los trámites.

Hace cuatro semanas, el mexicano Daniel Ramírez Medina, quien también se beneficiaba del DACA, fue detenido cerca de Seattle, en el estado de Washington (noroeste).

Los agentes migratorios, que entraron a su casa para detener en un primer lugar a su padre, aseguran que confesó integrar una pandilla, lo que lo descalificaría para DACA. El niega los señalamientos y no tiene antecedentes.

En Estados Unidos viven unos 11 millones de personas indocumentadas, la gran mayoría latinoamericanas.