Río de Janeiro (AFP).- El empresario Eike Batista, quien fuera el hombre más rico de Brasil, llegó por la mañana a Rio de Janeiro a bordo de un vuelo regular procedente de Nueva York y fue inmediatamente detenido, por acusaciones de corrupción.
Incluido desde el jueves pasado en la lista roja de captura de Interpol, Batista, de 60 años, era esperado por policías al pie de la aeronave de American Airlines y fue conducido a la cárcel Ary Franco, en el norte de Rio, tras una revisión de su estado de salud en el Instituto Médico Legal (IML).
Imágenes de Globo Televisión, que transmitió el operativo policial desde un helicóptero, mostraron al magnate entrando en la cárcel vestido con una camisa azul y sin estar esposado.
Según reportes de prensa, la cárcel Ary Franco tiene capacidad para 968 presos pero alberga a más de 2,000, una situación habitual en el sistema penitenciario brasileño.
Se ignora por el momento el régimen de detención al que se verá sometido, dado que carece de un diploma universitario que en el sistema judicial brasileño garantiza el beneficio de mejores condiciones de reclusión, en alas separadas.
La policía había tratado infructuosamente de detenerlo el pasado jueves en su domicilio de Rio de Janeiro, dentro de un operativo derivado de la investigación Lava Jato (“lavadero de autos”) sobre sobornos pagados por grandes constructoras a partidos y políticos para hacerse con contratos en la estatal Petrobras.
Pero el empresario había partido días antes de Brasil. Su abogado informó que se encontraba en Nueva York por trabajo y que regresaría para entregarse, pero las autoridades lo consideraron un fugitivo y pidieron ayuda a Interpol para capturarlo.
Batista es sospechoso de haber pagado US$ 16.5 millones al entonces gobernador de Rio de Janeiro Sergio Cabral, ya detenido, por una operación que en realidad nunca existió de compra y venta de una mina de oro.
El empresario, considerado en el 2012 por la revista Forbes como la séptima fortuna del mundo -de más US$ 30,000 millones-, dijo antes de embarcar en el aeropuerto JFK de Nueva York que volvía a Brasil para entregarse, con la intención “de ayudar a pasar las cosas en limpio”.
Queda por ver si sus eventuales confesiones aclaran los negocios, la estrepitosa quiebra y las complicidades con las que contó esta excéntrica figura, amante de la velocidad y de las lanchas deportivas, que había llegado a simbolizar el entusiasmo que Brasil despertaba en todo el mundo durante la primera década del siglo XXI.
Lava Jato avanza en la causa Odebrecht.
La detención de Batista se produce el mismo día en que la presidenta del Supremo Tribunal Federal (STF), Cármen Lúcia, convalidó las confesiones de 77 exejecutivos de la constructora Odebrecht sobre la red de sobornos de Petrobras, con un potencial explosivo.
Las confesiones se mantienen aún en secreto, pero su convalidación muestra la determinación de la magistrada de mantener viva la causa tras la muerte del juez que llevaba el proceso en el máximo tribunal, en un siniestro aéreo.
La operación Lava Jato, impulsada desde Curitiba (sur) por el juez de primera instancia Sergio Moro, ya llevó a la cárcel a decenas de empresarios y políticos de partidos de casi todo el espectro brasileño. Y el número de investigados podría duplicarse tras las confesiones de Odebrecht, según el fiscal del caso, Daltan Dallagnol.
El STF instruye los procesos contra funcionarios federales con cargos vigentes y, por lo tanto, protegidos por fueros especiales, como diputados, senadores y ministros.
Las primeras filtraciones involucraron al presidente conservador Michel Temer y a varios de sus allegados, que desmienten terminantemente cualquier implicación.