(AFP) Con un electorado cautivo del 30%, mayoritariamente pobres beneficiados por el asistencialismo de su padre, hoy preso, Keiko Fujimori lidera los sondeos de las presidenciales en Perú, pero deberá ‘matar políticamente’ a su corrupto progenitor si quiere captar más votos y ganar.
La primogénita de Alberto Fujimori perdió las presidenciales en el 2011 frente a Ollanta Humala con una estrategia en la que reivindicó el gobierno de su padre (1990-2000), clamó su inocencia y prometió indultarlo si llegaba al poder, pese a que fue condenado por corrupción y crímenes de lesa humanidad.
“Hay un sector que es de menores medios económicos, donde prevalece la esperanza de que el padre retorne. Keiko aprovecha lo que estas personas perciben como bueno del gobierno de su padre, en términos de asistencialismo, llegada a pueblos alejados. Tienen la esperanza de salir del abandono y postergación de cualquier manera”, explica a la AFP el analista político Jorge Bruce.
Pero ello no es suficiente para que la líder del derechista Fuerza Popular se imponga en primera vuelta, en la que se vence con la mitad más uno de los votos. Aprendida la lección, hoy a sus 40 años y con miras a la contienda del 10 de abril, quiere convencer que no hará lo mismo que el padre.
“Está blanqueando al gobierno de su padre, está a medio camino entre lo que ha hecho Marine Le Pen en Francia, quien fue más radical porque ella sí expulsó a su padre Jean-Marie Le Pen del Frente Nacional. Keiko no, ella se quiere quedar con la herencia pero purificándola de los elementos corruptos, por ejemplo distanciándose de antiguos colaboradores de su padre, aunque los convoque una vez que llegue al gobierno”, agregó Bruce, quien también es psicoanalista.
La ‘estrategia Harvard’
A sus 19 años, Keiko centró los focos al reemplazar a su madre Susana Higuchi, como primera dama, luego del violento divorcio de sus padres. Era 1994 y Higuchi denunció a familiares de su marido por apropiarse y luego comercializar donaciones provenientes de Japón destinadas a personas pobres.
Aquella acusación le valió ser torturada en los servicios de inteligencia como ella misma lo denunció en el 2001 ante el Congreso.
Keiko, quien niega los hechos, también ha sido investigada por el posible uso de fondos públicos para estudiar en el extranjero, y salió bien librada.
En un discurso el año pasado en la Universidad de Harvard, Keiko Fujimori relanzó su campaña presidencial, al admitir por primera vez “errores” cometidos por su padre, entre ellos, las esterilizaciones forzadas para control de natalidad. La ‘estrategia Harvard’ buscaba por primera vez votos en aquellos sectores que nunca la apoyarían.
“A diferencia de Edipo, que no sabía que mataba al padre, Keiko sí lo sabe, y tiene que hacer una especie de simulacro de muerte de su padre. Es su única alternativa”, explicó Bruce.
“En un gobierno de Fuerza Popular las decisiones las tomo yo y me acompañará un equipo técnico que vaya más allá del partido”, manifestó Keiko recientemente.
“Marine Le Pen se puede permitir el parricidio total sin reivindicar nada de su padre. Pero Keiko sola no es nadie, no es una gran lideresa política, no tiene un discurso convincente, y últimamente sus colaboradores están cayendo en exabruptos de agresión, que recuerdan a su padre”, agregó Bruce.
La propuesta de Keiko no se aparta de las clásicas para impulsar el crecimiento económico de un país minero y pesquero, similar a la de sus contrincantes. Su más cercano competidor, el centrista Julio Guzmán (17%), es la sorpresa en la campaña, al capitalizar el descontento popular ante la clase política tradicional y por ahora es su mayor amenaza.
Mito del eterno retorno
“Los gobiernos autoritarios con apoyo popular suelen dejar una estela. Tenemos gente en Chile que pide que vuelva Augusto Pinochet o en España que vuelva Francisco Franco. Fujimori fue el más grande populista que ha tenido Perú. A eso se le agrega que Keiko es mujer, joven, recorrió el país durante los últimos cinco años. Hizo bien su tarea”, comentó a la AFP el experto en temas electorales Fernando Tuesta Soldevilla.
Para algunos analistas, en países con tradiciones indígenas ancestrales, la relación paternal es fuerte, y puede darse el síndrome del eterno retorno.
“Podemos comparar el caso con el de Benazir Bhutto en Pakistán. En ambos casos, sus padres ganaron elecciones y fueron gobernantes populistas. Los dos terminaron su gobierno, Bhutto padre ahorcado y Fujimori padre preso. Los dos intentaron volver con la hija. En una sociedad como la peruana prima el pensamiento mágico-religioso. Eso ya es para el psicoanálisis”, dijo a la AFP el jefe de la consultora Vox Populi, Luis Benavente.