Tras el triunfo de Syriza, la Coalición de Izquierda Radical de Grecia, el escenario del país frente a la Eurozona entra a una fase de cambio. Las propuestas que calaron en la población van por la solicitud de un recorte sustancial de la deuda griega, un incremento del gasto público y la anulación de algunas medidas de austeridad impuestas por los gobiernos anteriores.
Pero, ¿esta Grecia en capacidad de negociación frente a la eurozona? Según Roberto Heismovitz, profesor de Relaciones Internacionales de la UP, es poco probable que Syriza consiga una respuesta favorable a sus pedidos.
“Hay países de la eurozona que han dado señales de estar dispuestos a alargar los plazos del vencimiento de la deuda griega, pero hasta ahora ninguno ha dicho ‘sí, te vamos a reducir la deuda en 10%, 20% o 50%’. No hay vocación de eso y muchos países europeos se oponen porque creen que afectaría su credibilidad y molestaría mucho al contribuyente alemán, holandés, finlandés, que en la practica son los que pagan por la ayuda a Grecia”, señala.
En caso de que Alexis Tsipras, líder de Syriza y ahora primer ministro griego, insista en un recorte de deuda que los gobiernos de la eurozona parecen no estar dispuestos a conceder, la situación del país mediterráneo podría ser delicada.
“Grecia caería en default, porque como país sigue necesitando plata fresca. En un escenario extremo esto podría llevar a una ruptura de las relaciones entre Grecia y el resto de la eurozona. Esto no significa una salida del euro, ya que como moneda puede ser adoptada (Ecuador usa el dólar), pero su comercio se resentiría seriamente, porque los exportadores no tendrían la seguridad de que Grecia fuera a pagarles y habría una fuga de capitales, de la que ya hay atisbos, pero sería una fuga sustancial que obligaría al gobierno de Syriza a poner controles de capitales. No seria un escenario positivo para Grecia”, advierte el especialista.
Para Heismovitz un recorte sí era necesario, pero el momento para plantearlo era hacia el inicio de las negociaciones. “El paquete financiero que adoptó Grecia al inicio del rescate tuvo un problema serio de arranque y es muy parecido a lo ocurrido con la deuda con la crisis de la deuda de latinoamérica en los 80`s, que los acreedores no se dieron cuenta de que el problema sólo se resolvería recortando parte de la deuda y pretendieron que Grecia pagara todo a cambio de créditos y con las medidas de austeridad”, explica.
Marcha atrás en la austeridad vs. el largo plazo
Luego de varios paquetes de salvataje y cuatro años de austeridad de la población, la deuda pública de Grecia ha crecido hasta llegar a casi el 174% del PBI, una suma que supera a cualquier otra de la eurozona. El PBI ha tenido una caída acumulada de más del 20% desde el comienzo de la crisis y la parte más difícil la ha llevado el ciudadano de a pie.
Si bien Tsipras ha prometido dar marcha atrás con algunas políticas de austeridad que redujeron la calidad de vida de sus compatriotas, el costo para la alicaída economía griega podría ser insostenible en el largo plazo.
“No podemos olvidar que buena parte del problema inicial de Grecia, lo que lo llevo a pedir ayuda a principios del 2010, fue que era un país que vivía por encima de sus medios. Tenía rigideces estructurales, una mala asignación de recursos en muchas áreas y aunque anular recortes le daría un alivio temporal a la población, ¿como quedaría Grecia en el mediano plazo? Hagamos un paralelo, Perú hizo reformas de 1990 a 1992, ¿qué hubiera pasado si en 1995 las tirábamos por la borda? No hubiéramos tenido este despegue tan importante en el crecimiento que hemos experimentado los últimos 24 años”, razona el especialista.
El camino hacia la recuperación para Grecia, según Heismovitz, debe llevarlos a convertirse en una economía competitiva, que no dependa tanto del turismo, donde la asignación de los recursos se guíe por la oferta y la demanda, reduciendo cada vez mas el poder de los monopolios y oligopolios.
El dilema de Tsipras
Al haber sido elegido con una plataforma bastante radical, Alexis Tsipras debe confrontar sus propuestas con la realidad. Asumido el cargo recibirá las cifras del Banco Central Griego, del Ministerio de Finanzas, va a tener que ver negociar con la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, que tienen intereses diferentes a los suyos y el dilema que enfrenta es cuánto puede ceder sin sacrificar la esencia de su plataforma y sin que el grueso del electorado griego que confió en él lo vaya a abandonar desilucionado.
La clave de una buena gestión, según Heismovitz, radica en la negociación. “Lo importante no es tanto qué se va a negociar sino cómo. Si la negociación comienza de manera discreta, sin filtraciones a la prensa cada 5 minutos, sin declaraciones altisonantes, ultimatums de cualquiera de las dos partes, entonces se evitaría que la posibilidad de una ruptura siga creciendo”, finaliza.