Suiza dio desde ayer los primeros pasos para abandonar el secreto bancario, aunque no se despedirá de ese modelo hasta definitivamente en el 2018.
El país helvético, que ha gozado durante años de un sistema bancario impenetrable ante los intentos de terceros de conseguir los datos de sus ciudadanos con cuentas en Suiza, empezó ayer a reunir datos bancarios de clientes extranjeros en el marco del intercambio automático de información acordado con 38 socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Suiza aceptó en el 2014 sumarse al estándar global de la OCDE para no perder su estatus de plaza financiera internacional y en el 2015 firmó un acuerdo con la Unión Europea (UE). En Suiza el secreto bancario data desde 1934.
Cuota mundial
Suiza es el líder indiscutible en la gestión de fortunas privadas de extranjeros, al copar el 25 % de la cuota mundial de este negocio, según datos de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB).
“A mí no me parece bien. El intercambio automático de información bancaria supone el fin del secreto bancario”, señaló a la agencia de noticias EFE Samuel Müller, un ingeniero de 66 años, sobre un sistema que ha formado parte del orgullo suizo, pese a casos como el oro nazi o los miles de millones depositados por dictadores.
Suiza solo entregaba información a solicitud de países con los que tenía un acuerdo para evitar la doble imposición, pero la cooperación no estaba asegurada, ya que la administración en cuestión tenía que demostrar que el titular de la cuenta bancaria había evadido impuestos.