Si bien el ministro de Hacienda chileno, Felipe Larraín, dijo recientemente que su país ha tenido una posición “muy sólida” durante los alegatos orales con Perú en La Haya y que esperan el fallo “con tranquilidad”, otras figuras del Gobierno chileno han hecho declaraciones que –aparte de ser un lapsus– demostrarían cierto nerviosismo por parte del país vecino.
Se trata de Juan Miguel Fuente-Alba, comandante en jefe del Ejército y de José Miguel Romero, jefe del Estado Mayor de Chile. Ante ello, el analista internacional Farid Kahhat indicó que “es evidente que en Chile hay un nerviosismo mayor”, considerando que no es “cualquier jefe militar” el que declara estar “preparado para toda contingencia” luego de una reunión privada con el saliente presidente Sebastián Piñera.
En esta entrevista, Kahhat explica también que el fallo de la Corte Internacional sobre el diferendo marítimo entre Colombia y Nicaragua habría sido una señal de que la posición chilena no era tan sólida como lo pensaron en un principio.
¿En qué contexto político recibirá Chile el fallo de La Haya en enero?
Lo que hay que tener en cuenta es que va a recibir el fallo un gobierno que está de salida y que muy probablemente prefiera endilgarle al gobierno entrante la responsabilidad y el costo político de decidir la ejecución del fallo. No esperaría una ejecución inmediata, pero eso no quiere decir que no se ejecute.
¿Qué puede hacer un país para acelerar el cumplimiento de un fallo de La Haya?
Aunque, reitero, en principio los fallos son de ejecución inmediata, en la práctica no solo hay maniobras dilatorias de los Estados que tienen que cambiar su conducta y sus fronteras, sino que a veces hay dilaciones por razones atendibles, como que el fallo implique que las partes cambien su legislación interna. Por ejemplo, las líneas de base que le permite a cada país establecer cuál es su reivindicación de un espacio marítimo propio.
¿A qué instancias puede recurrir? Primero, a la propia Corte, como acaba de hacer Nicaragua en el fallo con Colombia […] La Corte puede conminar a ambas partes a cumplir el fallo y, de no hacerlo en un plazo que la Corte considere prudencial, el tema puede remitirse al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que está facultado a aplicar sanciones a un país que decida desacatar un fallo de la Corte Internacional de Justicia. Por eso nadie dice jamás que lo desacata. Puede salir con fórmulas imaginativas como las de Colombia –que no se atienen al Derecho Internacional–, pero no dicen explícitamente que lo desacatan.
¿Las últimas declaraciones de militares chilenos demuestrarían nerviosismo por el resultado de La Haya?
Es evidente. Creo que en Chile quedó claro que su caso no era tan sólido como pensaban cuando se emitió el fallo en la controversia entre Colombia y Nicaragua, porque había ciertas similitudes. Era también un tema donde una de las partes decía que ya había un tratado de límites, que había que entender que un acuerdo previo era un tratado y que había una práctica que consagraba ese límite. Y Nicaragua alegaba que no es así. Es más o menos lo que hacen Chile y Perú. Chile alega que ya hay un tratado de límites y que las partes lo han respetado […] Y Perú dice que no hay tratado y que la actitud peruana era prudente y aceptaba estos acuerdos en tanto no hubiera una frontera definitiva.
Efectivamente, en Chile hay un nerviosismo mayor que el que hay aquí. No son declaraciones de cualquier jefe militar chileno. Es el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que da esta declaración inmediatamente después de una reunión privada con el presidente chileno, sin que el gobierno aclare lo dicho por él.