(Bloomberg) Más de la mitad de los estadounidenses están experimentando estrés relacionado con las elecciones, parecido al que suele atribuirse al trabajo, el dinero o la economía, según la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). Y aunque la buena noticia es que la carrera por la presidencia acaba la semana que viene, el daño psicológico podría permanecer. Y, para algunos grupos, podría incluso empeorar, dependiendo de quién gane.
Siempre hay desilusión y rabia cuando un candidato a la presidencia pierde. La ajustada victoria de George W. Bush sobre John Kerry en 2004 indignó a unos demócratas todavía enfadados por el primer triunfo de Bush, a través del Tribunal Supremo de EEUU, cuatro años antes. La famosa sentencia del 5-4 echó por tierra la candidatura del vicepresidente demócrata Al Gore, y puso fin a las que, probablemente, han sido las elecciones presidenciales de EEUU más tempestuosas de los tiempos modernos. Hasta ahora.
La esperanza es que, cuando acaben las elecciones, y el constante aluvión de negatividad a través de la televisión, la radio y los teléfonos móviles, las cosas podrían volver a algo parecido a la normalidad. Pero no todo el mundo es igual de optimista.
“Va a haber una profunda alienación para toda la gente que pierda el 9 de noviembre”, ha declarado Keith Humphreys, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford. Si llegara a producirse una victoria de Donald Trump, muchos hispanos, negros y musulmanes probablemente verán este resultado como una afirmación popular de las caracterizaciones más negativas que el republicano ha hecho de cada grupo a lo largo de la campaña.
“Cómo votamos es una muestra de la opinión humana”, cuenta Humphreys. Así que, para los estadounidenses de origen mexicano, explica, una victoria republicana supondría el sello nacional a las declaraciones de Trump, durante uno de los discursos de lanzamiento de su campaña, sobre que los inmigrantes que vienen de México a EEUU son violadores y traficantes de droga.
Más de la mitad de la comunidad hispana ha declarado que ha experimentado estrés en relación con las elecciones en el sondeo realizado por la APA el mes pasado. Para los inmigrantes sin papeles, este miedo es probablemente más agudo, opina Susan Macios, directora de la Clínica de Orientación Familiar del Centro para Familias Hispanas del sur de Nueva Jersey. “Nuestra población mexicana ha estado expresando su ansiedad acerca de la deportación”, declara, añadiendo que una victoria de Trump podría llevar a muchos de ellos a esconderse.
El “ciclo electoral ha desatado negatividad y, de alguna manera, ha autorizado a la mezquindad y al odio. Dejará cicatrices profundas en nuestra sociedad”, opina Farha Abbasi, profesora asistente de psiquiatría en la Universidad Estatal de Michigan y redactora ejecutiva del Diario de Salud Mental Musulmán. Los ataques físicos y verbales a musulmanes, o a gente a la que se ha tomado por musulmana, han causado traumas en una parte de la ciudadanía estadounidense, declara.
Un informe de la Universidad de Georgetown ha descubierto que los delitos por odio contra los musulmanes han aumentado durante el curso de la campaña presidencial. “No son imaginaciones nuestras”, declara Abbasi. “Está pasando”.