Elecciones en Argentina marcan fin del camino para populismo divisivo

Los votantes elegirán entre una lista de candidatos que intentarán sacar a la segunda economía más grande de América del Sur de más de una década de aislamiento político y financiero.

(Bloomberg) Argentina, cuya política puede resultar indistinguible de la fantasía, viene pasando por una racha particular de ella últimamente. La electricidad cuesta aproximadamente US$ 2 por mes para la mayoría de los hogares, el billete de denominación más alta vale menos de US$ 10 y su presidenta utiliza una cadena nacional para anunciar un pago de bonos que sería un evento trivial y pasaría desapercibido en cualquier otro lado.

Como el país se está preparando para las elecciones presidenciales del domingo, parece probable que todo eso se termine. Los votantes elegirán entre una lista de candidatos que intentarán sacar a la segunda economía más grande de América del Sur de más de una década de aislamiento político y financiero.

“Gane quien gane, observaremos un movimiento moderado hacia el centro y una política más institucional y con más búsqueda de consenso”, dijo Steven Levitsky, politólogo de la Universidad de Harvard.

Puede ser que la elección también establezca una referencia para el resto de la región. El gobierno de populistas de tendencias izquierdistas en toda América del Sur durante el boom de las materias primas parece estar encaminándose a su fin en tanto los precios del petróleo, la soja y el cobre se desplomaron. En Venezuela, la oposición podría ganar las elecciones legislativas en diciembre; la presidenta de Brasil está amenazada por los pedidos de juicio político.

Los años kirchneristas
En Argentina, la elección del domingo terminará con doce años de populismo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido fallecido, Néstor. Ellos se pelearon con el Fondo Monetario Internacional, llevaron al país a su segunda cesación de pagos en este siglo en vez de pagarles a fondos de cobertura y compraron lealtad por medio de subsidios y gastos que impulsaron la segunda tasa de inflación más alta del hemisferio.

Si bien en teoría la campaña electoral viene siendo una disputa entre el candidato del partido oficialista, Daniel Scioli, el favorito, que promete continuidad, y los rivales opositores Mauricio Macri y Sergio Massa, que se comprometen con el cambio, en realidad cualquiera de los tres marcará un alejamiento de la era Kirchner. A medida que el día de la votación se fue acercando, todos han invocado el populismo de Fernández para conquistar votos, pero no se espera que ninguno lo continúe.

Las diferencias entre los tres son de ritmo e intensidad, no de ideología. Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, promete mantener algunas políticas actuales y realizar cambios graduales. Entre estos está terminar con el litigio por la cesación de pagos de 2001, que lleva una década de duración y mantiene al país afuera de los mercados de deuda externa; dominar una inflación del 25%; reducir un déficit presupuestario equivalente al 7% del producto interno bruto y traer dólares para reponer reservas de moneda fuerte agotadas. La economía se está arrastrando con un crecimiento de menos de 1% por año.

Macri y Massa planean actuar con mayor rapidez, desmantelar controles cambiarios y eliminar aranceles a las exportaciones agrícolas. La dirección de las tres políticas económicas es la misma: hacia el centro, dijo Daniel Kerner, director de investigación sobre América Latina del Eurasia Group en Washington.

La brecha entre el tipo de cambio oficial y no oficial ofrecido en las calles aumentó a 69% el viernes. El peso del mercado negro se debilitó 0.1%, a 16.05 pesos por dólar, en comparación con 9.52 pesos por dólar de la tipo de cambio oficial.

Scioli a la cabeza
Scioli lidera todas las encuestas. Pero no queda claro si podrá ganar en la primera vuelta. El complejo sistema argentino exige un margen de 45% o de 40% con una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato más votado para evitar un balotaje el 22 de noviembre.

Una encuesta de Management Fit publicada el 17 de octubre le dio el 38.3% de los votos a Scioli, el 29.2% a Macri y el 21% a Massa después de proyectar a los indecisos. Otra de Ipsos Mora y Araujo publicada en Perfil concluyó que Scioli obtendría 42% de los sufragios, frente a 28% para Macri y 23% para Massa.

Las elecciones también podrían marcar el fin de una política beligerante y polarizadora practicada por los Kirchner. Ellos no sólo se pelearon con fondos de cobertura neoyorquinos y el FMI, sino también con agricultores por aumentos impositivos y con la clase media por el acceso a dólares. Cuando economistas privados comenzaron a publicar sus propios datos sobre la inflación tras la implementación de cambios ampliamente criticados en la metodología del instituto de estadística, Fernández los castigó con multas y amenazó con encarcelarlos. Guillermo Moreno, quien fue durante muchos años el asesor económico de la pareja, se ganó la reputación de matón por sus tácticas de mano dura para imponer controles de precios. Él recibió bien esa reputación y una vez se presentó a la reunión de accionistas de una empresa con guantes de boxeo puestos.

Quien llegue a la Casa Rosada el 11 de diciembre se encontrará en una posición mucho más débil que la de Fernández cuando sucedió a su marido en 2007. Los precios de la soja, el principal producto de exportación del país, se redujeron a la mitad los últimos 24 meses, a US$9 por bushel. Además, es probable que el próximo presidente no tenga una mayoría absoluta en el congreso, lo que lo obligará a negociar.

Incluir a la oposición
“Argentina trazó una trayectoria distinta durante los últimos doce años”, dijo Mark P. Jones, profesor de Ciencia Política del Instituto Baker de la Universidad Rice en Houston. “Vimos una posición mucho más combativa frente a las instituciones financieras globales y la utilización de una retórica más nacionalista, populista y extrema que la que usarán Scioli, Macri o Massa”.

Scioli dice que hablará con la oposición antes de ocupar dos lugares en la Corte Suprema y que permitirá que sus oponentes ocupen cargos clave en organismos que sirven de freno al poder del gobierno. Macri habló de intentar cambiar la cultura política respetando la independencia de las instituciones del país.

No todos están convencidos de que las elecciones traerán un gran cambio o de que el kirchnerismo realmente se terminará. Fernández es la primera presidenta desde el regreso a la democracia de Argentina en 1983 que dejará el cargo con índices de aprobación de hasta 50% y sin una crisis económica total. Si se impone Macri, Fernández será la líder de facto de la oposición y estará bien posicionada para volver en 2019, dijo Kerner.

Si gana Scioli, su enfoque con aversión a riesgos podría terminar produciendo un ajuste menor al esperado por algunos, dijo Jones de la Universidad Rice. La forma en la que el próximo presidente maneje los cambios impopulares que se necesitan podría determinar si Cristina logra regresar.

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