CORRUPCIÓN. En un intento por dar señales claras en la lucha contra la corrupción, el Gobierno ha creado la Comisión Presidencial de Integridad, la cual será presidida por el exdefensor del Pueblo, Eduardo Ernesto Vega Luna. Aunque la norma de creación establece que será “conformada por personas de reconocida trayectoria ética, prestigio y legitimidad en la sociedad”, lo cierto es que no se ha señalado el número de miembros que tendrá y hasta ayer solo se había confirmado a un integrante más, el presidente de Proética, Jorge Medina.
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Tratando de evitar que esta comisión se convierta en un saludo a la bandera se le han dado dos encargos específicos: establecer medidas concretas para promover la integridad y el respeto a los principios éticos en la función pública, fomentar la transparencia y prevenir y sancionar la corrupción. Además de los mecanismos para el seguimiento de sus recomendaciones. Asimismo, se les ha dado un plazo corto para esta labor: 45 días, es decir, el 5 de diciembre a más tardar se deberían conocer sus recomendaciones.
Hasta aquí todo suena muy bien. Sin embargo, será importante ver quiénes serán los otros miembros que integren la comisión para que se cumpla el principio de ser un equipo plural, sin intereses políticos o empresariales y si, más allá de las acciones que se planteen, los mecanismos para su aplicación y seguimiento resultan efectivos.
También será vital que se cumpla estrictamente el plazo dado, la demora en los resultados podría aumentar la sensación en la población de que no se está avanzando en la lucha contra la corrupción. Seguramente, muchas recomendaciones podrán darse con normas de menor rango y algunas necesitarán salir vía las facultades delegadas o con propuestas al Congreso. En ese sentido, si no se logra un compromiso del Parlamento todo lo planteado podría tomar más tiempo del necesario.
El respaldo que generen las personalidades que integren la comisión será vital para que todos los que deban participar en el cumplimiento de sus propuestas asuman el reto y no se quede todo en el papel. Ojalá esta vez no se cumpla el refrán de que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones.