Dos Francias chocan en batalla electoral por el futuro de Europa

La desesperación de lugares como Tergnier se ha convertido en un tema central de la campaña electoral presidencial y se está configurando como un desafío clave para quien asuma el cargo después de la segunda vuelta del domingo.

(Bloomberg) Willy Guenet saca un cigarrillo fuera a las puertas de la cantina de los trabajadores ferroviarios en el norte de Francia, donde trabaja como cocinero y expresa su frustración como votante indeciso.

Con los años, Guenet ha intentado apoyar a los comunistas, los socialistas y la derecha tradicional, y ninguno de ellos ha logrado producir cambios en su ciudad natal, Tergnier, en el cinturón siderúrgico del norte de Francia.

A los 45 años, todavía está atrapado en un trabajo de salario mínimo y ahora está dispuesto a probar con Marine Le Pen.

“Esta ciudad se está muriendo”, dice, mirando los hangares abandonados del depósito de cargas de la ciudad. “Quiero creer en Le Pen. Es la única que queda”.

La desesperación de lugares como Tergnier se ha convertido en un tema central de la campaña electoral presidencial y se está configurando como un desafío clave para quien asuma el cargo después de la segunda vuelta del domingo.

Como los empleos fabriles tradicionales se están mudando a lugares más baratos dentro de la Unión Europea o a Asia, sucesivos gobiernos no han logrado revertir el declive económico del norte y el este de Francia.

Allí fue donde Le Pen ganó gran parte del apoyo en la primera vuelta de votación el 23 de abril y ahí fue donde el puntero Emmanuel Macron decidió iniciar su campaña para la segunda vuelta unos días después.

Si bien las encuestas proyectan que Macron ganará por cerca de 20 puntos porcentuales, los inversionistas de todo el mundo siguen la campaña de cerca porque una victoria de Le Pen podría revertir décadas de integración europea.

La candidata ha prometido nuevas barreras para proteger a los trabajadores franceses, reprimir la inmigración y retirarse del euro para romper con la “globalización salvaje”.

Le Pen ya logró el mayor porcentaje de votos de su partido en la primera vuelta de la elección, que puso al descubierto las divisiones de la sociedad francesa.

La candidata del Frente Nacional conquistó las ciudades deprimidas por la declinación industrial de Francia, así como las ciudades conservadoras del sur. Macron ganó en el oeste, y los votantes de clase media y alta lo apoyaron en las grandes ciudades y pueblos.

“Nuestro negocio va bien”, dice. “Soy optimista respecto a que Macron puede hacer un buen trabajo”.

Esta es la Francia que, ante los avances en tecnología y libre comercio que dañaron a Tergnier, se adaptó a ellos.

“He sufrido el impacto de la globalización en mi trabajo”, dijo Johane Debas, de 53 años, otro votante de Macron del distrito que trabaja en producción cinematográfica. “Competimos con gente de todas partes, pero Francia no puede convertirse en un pequeño pueblo”.

Macron se presenta como un candidato unificador que puede ganar el voto de gente como Willy Guenets sin herir a otros como Julie Berton.

“Ella quiere segregar a Francia, romperla en dos”, dijo Macron a los periodistas refiriéndose a su rival política el 27 de abril. “Mi proyecto pretende reconciliar a estas Francias porque todos somos franceses”.

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