(Reuters) El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no pudo convencer el jueves a la cantidad necesaria de republicanos escépticos para comenzar a desmantelar el plan de salud “Obamacare”, lo que forzó a la Cámara de Representantes a retrasar una votación para reformar el sistema.
La jornada estaba destinada a darle una victoria simbólica a los conservadores, ya que Trump y los líderes republicanos de la Cámara habían planeado que la votación se realizara a siete años de que el presidente demócrata Barack Obama convirtiera en ley su proyecto de salud.
En cambio, la votación fue pospuesta indefinidamente asestando un golpe a Trump, que esperaba lograr su primer gran triunfo legislativo. “Esto no es bueno, al mercado no le gusta”, dijo David Kotok, jefe de la oficina de inversores de Cumberland Advisors.
La iniciativa es considerada por los mercados financieros como una prueba crucial para medir la capacidad de Trump de sacar adelante su agenda legislativa en el Congreso, que incluye rebajas fiscales.
La incertidumbre sobre la votación impactó a los mercados esta semana. Wall Street subió con fuerza en los últimos meses, impulsada por el optimismo sobre la agenda pro-negocios de Trump, pero cayó el martes por temores de los inversores a que un retraso en este tema pueda replicarse en otras propuestas claves del Gobierno.
“Un retraso en la ley de salud es igual a un retraso en los recortes impositivos. Por eso el mercado pasó a terreno negativo cuando comenzaron los reportes de que no había un acuerdo”, sostuvo Kotok sobre la votación del plan, conocido formalmente como la Ley de Cuidado Sanitario en Estados Unidos.
El demócrata Steny Hoyer dijo que es evidente que la mayoría republicana no tiene los votos suficientes para aprobar el proyecto, que ha sido liderado por el presidente de la Cámara, Paul Ryan. Trump y Ryan necesitan un fuerte apoyo de sus correligionarios y solo pueden permitirse perder 21 votos republicanos.
La división dentro del partido Republicano se da porque algunos miembros conservadores se quejan de que la reforma es demasiado parecida al Obamacare, y algunos moderados se muestran preocupados por la posibilidad de que debilite la cobertura sanitaria para millones de votantes.