Brasilia (AFP).- Dilma Rousseff abandonará pronto la bellísima y lujosa residencia presidencial de Brasilia… Pero su vida post-impeachment tal vez no sea tan mala después de todo.
Destituida por decisión del Senado el miércoles, la primera mujer en ocupar la presidencia de Brasil pasa a engrosar la población de cerca de 12 millones de desempleados en la principal economía de América Latina.
Y saldrá por última vez del Palacio de Alvorada, la residencia presidencial, junto a su perro salchicha Fafa.
Tendrá que redescubrir una vida sin el avión presidencial o el ejército de secretarios, asesores, cocineros, guardias, que tenía a disposición. Sin contar con el sueldo mensual de casi 30.000 reales (unos 9.200 dólares) que recibía junto a otros beneficios, por liderar este país de 206 millones de habitantes.
Regresará ahora a su modesto apartamento de Porto Alegre, la capital del estado de Rio Grande do Sul (sur), donde construyó su carrera política y donde vive su familia.
Tiene 30 días para salir de Alvorada, con la mudanza pagada por el Estado y el derecho a usar un avión de la Fuerza Aérea por última vez, según el diario Folha de Sao Paulo.
Tendrá derecho además a tener, en su carácter de expresidenta, cuatro guardias, dos asistentes y dos choferes.
¿Vida más sencilla?
A medida que el juicio político se movía de manera inexorable hacia la destitución por manipular ilegalmente las cuentas del Estado, Rousseff ya había comenzado, semanas atrás, a enviar libros y ropa a Porto Alegre, informa Folha.
Su apartamento está ubicado en el barrio litoral de Tristeza, donde, a pesar del nombre, Rousseff siempre dijo haber sido muy feliz.
Fue, a lo largo del proceso del impeachment, una tierra de evasión del encrespado ambiente político de Brasilia. Allí Rousseff paseaba en bicicleta y veía a su hija Paula, su exesposo Carlos Araujo y a sus nietos Gabriel y Guilherme, detalla el diario Zero Hora.
El aire del mar “la ayuda a relajarse”, asegura el rotativo, citando a políticos cercanos a la ahora jefa de Estado.
Algunos incluso afirman que se siente aliviada de salir de Alvorada.
Diseñado por el aclamado arquitecto Oscar Niemeyer, este edificio blanco y de corte bajo, situado en las afueras del plano piloto de la modernista capital, puede provocar una sensación de gigantismo y aislamiento.
Tiene paredes de vidrio, un vasto jardín, una piscina inmensa y una capilla separada, así como un centro médico y un cine. Y claro, Brasil siendo Brasil, no puede faltar una cancha de fútbol.
“Sentirá pena de irse, tiene a un médico 24 horas aquí, no debe ni saber cómo viven los brasileños ordinarios y lo terrible que son los hospitales públicos”, afirma Irma Ferreira, una guía de 47 años, que lleva turistas al palacio en visitas semanales.
Pero otros opinan que el cambio a una escala más humana, será bienvenido.
“Honestamente pienso que se sentirá más cómoda con una vida más sencilla”, sostiene Alexandre Fragos Lacerda, un analista de sistemas de 41 años, que fue hasta las afueras de Alvorada para expresar su apoyo a la expresidenta.
¿Buscar trabajo?
¿Qué puede hacer ahora una presidenta sin empleo, pero adicta al trabajo?
Rousseff ya rechazó dos ofertas para estudiar en el extranjero, una en Francia y la otra en Estados Unidos, según Folha.
Pero en un sorpresivo giro el miércoles, el Senado votó contra la inhabilitación política de Rousseff por ocho años, que era considerada automática con la condena del impeachment.
Así que en vez de una “pena de muerte política”, como ella misma lo llamó, Rousseff puede, en teoría, comenzar una campaña de nuevo, como opositora a los autores del “golpe de Estado” constitucional, según su definición del impeachment que sufrió.
Un rápido regreso a la presidencia en los comicios de 2018 está fuera del panorama, porque ganó dos elecciones consecutivas y la Constitución obliga a dejar pasar un mandato antes de realizar una nueva tentativa.
Eso sin contar que salió del poder con niveles bajísimos de popularidad, en medio de una profunda recesión económica.
Sin embargo, no puede descartarse que busque un escaño en el Congreso. Una fuente cercana a Rousseff dijo a la AFP que la batalla del impeachment reavivó la combatividad de la exguerrillera. Ella misma recordó en su defensa que a lo largo de su vida logró sobreponerse a la cárcel y la tortura del régimen militar, así como a un cáncer.
“Esta historia no acaba así. Estoy segura de que la interrupción de este proceso por el golpe de estado no es definitiva. Volveremos, volveremos para continuar nuestra marcha hacia un Brasil en que el pueblo es soberano”, proclamó tras la votación a favor del impeachment.
“La veo muy bien, muy fuerte, muy decidida. Para nada deprimida”, dijo la fuente. “El impeachment le ha dado un nuevo impulso”, destacó.