El sistema bipartidario de elecciones que mantiene Estados Unidos ha propiciado, a lo largo de su historia, debates tan candentes como memorables.
El primer debate televisado de la historia norteamericana fue en 1960, entre los candidatos John F. Kennedy y el entonces vicepresidente Richard Nixon. El claro ganador de la noche (y de la elección) fue Kennedy.
En aquella oportunidad, más del 30% de la población estadounidense estuvo atenta al televisor y a los intercambios entre Kennedy y Nixon. Alrededor de 66.4 millones de espectadores marcaron uno de los debates más vistos de la historia.
Luego del primer debate comenzó un hiato televisivo que duró hasta 1976, cuando el entonces presidente Gerald Ford se batió con el futuro presidente, Jimmy Carter. A partir de entonces, no hubo más pausas.
En 1976 también ocurrió un hecho curioso. Aquella fue la primera ocasión en que debatieron los vicepresidentes. A partir de 1984, el ‘vicedebate’ es una tradición estadounidense.
El debate presidencial de 1980 entre Ronald Reagan y Jimmy Carter fue el más televisado de la historia, con 80.2 millones de espectadores en 45.8 millones de hogares.
Cuando Barack Obama y Mitt Romney debatieron en 2012, convocaron a 67.2 millones de espectadores. No obstante, el número de hogares ascendió a 46.2 millones, según Forbes.
Hoy, el debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump podría romper todos los records, pues, según The Wall Street Journal, el 34% de la población estadounidense espera decidir su voto tras el encuentro.