El costo de la creciente impopularidad del presidente Trump

Previamente había caído ligeramente por debajo del punto más bajo de Barack Obama; ahora se encuentra más abajo que Bill Clinton o Gerald Ford en su peor momento.

(Bloomberg) La primera encuesta de aprobación presidencial de Gallup después del fracaso de la iniciativa del presidente Donald Trump para reemplazar la reforma sanitaria conocida como Obamacare mostró que el nivel de aprobación de Trump cayó a 36%, un nuevo mínimo.

Previamente había caído ligeramente por debajo del punto más bajo de Barack Obama; ahora se encuentra más abajo que Bill Clinton o Gerald Ford en su peor momento.

¿Quién sigue en la lista? El nivel mínimo de aprobación alcanzado por Ronald Reagan fue de 35%, cuando los efectos de una profunda recesión alcanzaron su peor momento en enero de 1983, con un desempleo de más de 10%.

Lyndon Johnson igualó ese número en agosto de 1968, después de que la oposición generalizada a la guerra en Vietnam hizo que desistiera de buscar la reelección. El que Trump casi haya alcanzado su mismo nivel sin esos cataclismos es todo un logro. (1)

Deberíamos ir más allá de ese titular, sin embargo, con una advertencia importante. Realmente no es tan impopular, quizá. Gallup ha publicado resultados más bien bajos para Trump.

Por otro lado, uno de los mejores encuestadores de Trump, Rasmussen, reveló que su popularidad cayó a 45%. Los promedios de las encuestas mostraron a Trump en nuevos mínimos: RealClearPolitics en 42.1%, FiveThirtyEight en 41.8% y HuffPollster en 40.3%. Son números horribles, pero no son el desastre total que Gallup publicó hoy. (2)

Lo que está claro es que estos números terribles coinciden con lo que normalmente es el período de luna de miel, y Trump sigue estando muy por debajo que todos los demás presidentes de la era de las encuestas en este momento en su presidencia.

La mejor noticia para Trump es que Reagan y Clinton se recuperaron de números tempranos muy malos y lograron ser reelegidos con bastante facilidad.

La mala noticia es, bueno, todo lo demás, incluida la posibilidad de que los promedios de las encuestas todavía no reflejen plenamente las reacciones a la debacle de la iniciativa de atención médica.

Y la posibilidad de que todavía estamos viendo un efecto de luna de miel, lo cual significaría que el nivel de aprobación de Trump podría caer todavía más a medida que ese efecto desaparezca.

Lo que importa son los efectos que la impopularidad de Trump está teniendo para él ahora mismo. (3) Y si sus números siguen cayendo en las encuestas, vamos a ver efectos aún mayores.

Todos los que tratan con él tendrán menos probabilidades de hacer lo que Trump quiere. Eso varía mucho dependiendo de cómo sus circunscripciones particulares se sientan con respecto a él. Incluso para quienes son más pro-Trump, bajos números generales de aprobación hacen que sea un poco menos probable que hagan lo que pide.

Y quienes pertenecen a grupos que realmente lo odian estarán bajo creciente presión para encontrar maneras de demostrar su oposición. Si eso suena como los partidarios poco entusiastas y la confianza de la oposición que Trump encaró durante la debacle de la iniciativa de atención médica, es correcto – ahora imagínese si pelea sus próximas batallas con números aún más bajos.

Esto se extiende mucho más allá de los miembros del Congreso a los burócratas, los gobiernos estatales, los grupos de interés, e incluso los jueces y líderes de naciones extranjeras.

Así, por ejemplo, los republicanos necesitan aprobar una nueva ley de gastos a fines de abril, o de lo contrario el gobierno se paralizará, pero como detalla Ed Kilgore, los conservadores podrían agregar elementos en la Cámara –como quitarle fondos a Planned Parenthood- lo que podría volver casi imposible lograr la aprobación del Senado.

Suponiendo que Trump quiera evitar una paralización del gobierno, no sólo querrá que los conservadores de la Cámara de Representantes demoren esa batalla, sino que también querrá que los grupos pro-vida esperen también – ya que muy pocos republicanos de la Cámara están dispuestos a hacer frente a esos grupos.

No es una petición inusual de la Casa Blanca a los grupos de interés: no tomar una posición diferente, sino simplemente mirar hacia otro lado durante un tiempo y guardar una gran pelea para otro momento. Y esta es una petición que es más probable que se conceda a un presidente popular que a uno impopular.

Todo, desde las decisiones de los burócratas sobre si filtrar o no información perjudicial, hasta las decisiones de los jueces de cuestionar a la administración puede verse afectado por la (im)popularidad del presidente.

Trump y la gente que lo rodea pueden no darse cuenta de lo perjudicial que es para él la situación. Pero hace tiempo que es necesario reemplazar a los líderes de la Casa Blanca que no se dan cuenta de lo que está en juego para la presidencia de Trump.

(1) Todos estos presidentes tienen mínimos muy por debajo de los de Dwight Eisenhower y John Kennedy. Harry Truman, Richard Nixon, Jimmy Carter, George H.W. Bush y George W. Bush cayeron por debajo del 30% en algún momento.

(2) Una segunda advertencia: la era de las encuestas Gallup diarias comenzó con la presidencia de Obama y, en general, cuanto más retrocedemos en el tiempo, hay menos encuestas de Gallup. Eso significa dos cosas. En primer lugar, con encuestas menos frecuentes, es más probable que Gallup simplemente no haya detectado el punto más bajo (o más alto) de las presidencias anteriores. Además de eso, las encuestas frecuentes significan que es más probable obtener una lectura extrema sólo por casualidad.

(3) Me centro en el gobierno en esta columna, pero hay un importante efecto electoral: las decisiones de los candidatos de postularse o no, dependiendo de lo que piensen que ocurrirá en el 2018. Si Trump sigue siendo impopular por algunos meses más, empezará a favorecer victorias para los demócratas en las elecciones de medio término, incluso si se recupera algo para ese momento.

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