Conozca la accidentada relación de larga data entre Trump y Macri

Para la mayoría de los líderes mundiales, una reunión con Trump es un primer encuentro. Para Macri, sin embargo, la visita a la Casa Blanca será una especie de regreso a casa. Aquí las razones.

Donald Trump y la Primera Dama Melania Trump reciben al presidente argentino Mauricio Macri y su esposa, Juliana (Foto: Reuters)
Donald Trump y la Primera Dama Melania Trump reciben al presidente argentino Mauricio Macri y su esposa, Juliana (Foto: Reuters)

(Bloomberg).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúne hoy con su homólogo argentino, Mauricio Macri.

Para la mayoría de los líderes mundiales, una reunión con Trump es un primer encuentro. Para Macri, sin embargo, la visita a la Casa Blanca será una especie de regreso a casa, ya que los dos hombres y sus familias comparten una historia picaresca y de larga data.

La historia comienza a mediados de los años 80. Trump estaba tratando de construir un gran proyecto en el West Side de Manhattan y compró una gran extensión de tierra del padre de Mauricio Macri, Francisco Macri.

El mayor de los Macri era un importante desarrollador, distribuidor automotriz y financista argentino que había capeado una serie de altibajos financieros antes de intentar convertirse en un actor relevante en el mercado inmobiliario de Nueva York.

Macri compró una opción para desarrollar West Side Yards, una extensión de 31 hectáreas (77 acres) entre las calles 59 y 72 en 1979, por US$ 6.5 millones. En ese momento, era la mayor parcela privada no desarrollada en la ciudad de Nueva York. Cualquier constructor que pudiera desarrollarla con éxito habría saltado a las grandes ligas de los urbanizadores de Nueva York.

El banquero de Macri era un prestamista veterano de bienes raíces llamado Conrad Stephenson, que trabajaba para lo que entonces era conocido como Chase Manhattan Bank. Stephenson le dijo al argentino que podía contar con la ayuda de Chase si encontraba un desarrollador neoyorquino que se asociara con él en el proyecto.

Stephenson, no incidentalmente, era también el banquero personal de Trump y tenía vínculos de larga data con la familia Trump.

En poco tiempo, Macri y Trump se habían unido. Según el primer biógrafo de Trump, Wayne Barrett, Macri hizo la jugada solo porque se sintió presionado por Stephenson para involucrar a Trump.

Por su parte, Trump trabajó duro para consolidar la relación. En una ocasión, él y su primera esposa, Ivana, viajaron a Argentina para visitar a la familia Macri en Buenos Aires. Trump incluso jugó al golf con Mauricio, entonces un adolescente que trabajaba como asesor informal de su padre.

Pero amenos juegos de golf y viajes aparte, la relación de Macri-Trump era problemática. Trump “se siente un poco como el dueño de Nueva York y no creía que yo tuviera la capacidad de enfrentar un proyecto como este”, dijo Francisco Macri a Barrett en 1990. “Hablaba como si yo fuera un agricultor bananero de Sudamérica. Yo no era un muñeco, y él era muy joven”.

Durante tres años, entre 1982 y 1985, Trump y Macri discutieron sobre los términos de su asociación, mientras Macri se esforzaba por satisfacer las demandas cambiantes de Stephenson y otros prestamistas sobre la escala del proyecto y los términos de la financiación.

Macri y Trump discutían sobre las garantías hipotecarias, las responsabilidades por los costos proyectados y los detalles de la inversión y participación de Trump en el desarrollo, que involucraba la construcción de 4,300 apartamentos y más de 90,000 metros cuadrados de espacio de oficinas en 20 edificios.

Mientras tanto, los residentes de Nueva York -preocupados por la magnitud del proyecto- criticaron a Macri durante las audiencias públicas de zonificación como un testaferro de Trump.

Obviamente, la relación Trump-Macri se agrió. Mauricio Macri asistió posteriormente a reuniones en Nueva York durante las cuales su padre y Trump trataron sin éxito de resolver sus diferencias.

Francisco Macri y otros involucrados en el proyecto creyeron en última instancia que Chase Manhattan y Stephenson habían estancado el desarrollo inclinando varias negociaciones a favor de Trump. Macri apeló al presidente del directorio de Chase en ese momento, el difunto David Rockefeller, para que interviniera en su nombre. Pero Rockefeller, después de examinar el asunto, le dijo a Macri que no podía ayudarlo, según el relato de Barrett.

Macri nunca consiguió desarrollar el terreno y Trump le compró la propiedad en 1985. Tras la compra, Trump dijo a la prensa que Macri había sido un “ignorante” y un “mito que ahora está de regreso sano y salvo en Argentina”. (Macri, ahora 87 años, todavía vive allí).

Trump describiría más tarde la compra de Yards en su libro “The Art of the Deal” (algo así como El arte del negocio) como “la decisión empresarial más fácil que haya tomado”, pero él tampoco desarrolló la propiedad.

Después de prever un nuevo complejo residencial y de televisión en el lugar, Trump manejó mal las negociaciones con la alcaldía de Ed Koch y sumó a Yards en una deuda que no pudo pagar. En una transacción que esencialmente terminó sus esfuerzos para convertirse en un importante desarrollador de Nueva York, Trump se vio obligado a vender el sitio a compradores chinos en 1994.

Ahora, 23 años más tarde, el hijo de Francisco Macri está visitando Washington para reunirse con su colega jefe de Estado.

Los viejos resentimientos podrían persistir. Casi un año antes de que Trump fuera elegido presidente, Mauricio Macri lo describió como “totalmente chiflado” y “exhibicionista”, y dijo, según mi colega de Bloomberg News, Charlie Devereux, que nunca podría imaginar que Trump se convirtiera en presidente.

Por otro lado, Trump y Macri compartieron una llamada telefónica de felicitación la noche en que Trump fue elegido, dando lugar a la especulación de que Trump utilizó la conversación para obtener un trato favorable para un edificio de oficinas en Buenos Aires que está construyendo (Macri y Trump aseguraron que no hablaron de ese tema).

Desde entonces, Estados Unidos y Argentina se han enfrentado por diferencias comerciales en productos como limones y biodiésel.

Durante su visita a Washington, Macri se alojará en Blair House y almorzará en el Salón del Gabinete de la Casa Blanca como invitado especial de un presidente que puede reconocer que en la política -como en las familias de bienes raíces- los recuerdos duran por mucho tiempo.

Por Timothy L. O’Brien

Esta columna no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o Bloomberg LP y sus propietarios.

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