Colombia no salía de su asombro este lunes tras el plebiscito que sorpresivamente dijo “No” al acuerdo de paz con la guerrilla FARC, asestando un duro golpe al gobierno de Juan Manuel Santos y poniendo en entredicho el proceso para superar medio siglo de violencia.
El cerrado resultado que arrojaron las urnas, 50.21% para el “No” frente al 49.78% para el “Sí”, evidencia un país dividido sobre cómo alcanzar una paz que todos dicen anhelar pero que resulta esquiva.
El revés, inesperado tanto para el presidente Juan Manuel Santos como para el jefe máximo de FARC, Rodrigo Londoño (“Timochenko”), redobló sin embargo la voluntad de ambos de buscar una salida política al conflicto armado.
“No me rendiré”, enfatizó Santos el domingo en un discurso televisado desde la presidencial Casa de Nariño, flanqueado por su equipo negociador de paz. “Seguiré buscando la paz hasta el último día de mi mandato, porque ese es el camino para dejarle un mejor país a nuestros hijos”, dijo, con talante sombrío.
Casi al mismo tiempo, desde La Habana, sede de las negociaciones de casi cuatro años, Timochenko aseguró que los rebeldes “mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro”.
Santos, empeñado desde siempre en legitimar por voto popular el acuerdo de paz, anunció para este mismo lunes una convocatoria a todas las fuerzas políticas, “para escucharlas, abrir espacios de diálogo y determinar el camino a seguir”.
“En dialogo político anunciado por @JuanManSantos las FARC-EP debemos tener un asiento como fuerza política que trabaja por la paz del país”, tuiteó Timochenko.
Alta abstención
Unos 34,9 millones de colombianos estaban convocados a pronunciarse. Pero la votación no era obligatoria y la participación, de apenas 37,43%, fue inferior a la ya baja media histórica de 40 y 50%, según analistas.
“El mensaje de los partidarios del ‘No’ acerca del exceso de impunidad caló profundamente”, escribió en Infolatam, y explicó la victoria del “No” como un éxito de la campaña de miedo del líder de la oposición, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), para quien el acuerdo encaminaba al país hacia el “castrochavismo” de Cuba y Venezuela.