La cuenta de Twitter de Pedro Cateriano, desde la que disparaba contra la oposición, parece ahora muy mansa. Escribe poco. No lo hace desde el 2 de abril, y cuando lo hizo, fue para anunciar la llegada de aviones.
Aún era el titular de Defensa, pero ya en esas horas elaboraba en Palacio de Gobierno la lista de los ministros que lo acompañarían en el Gabinete que hoy encabeza.
Entre las primeras cosas que dijo cuando asumió la Presidencia del Consejo de Ministros es que debe cambiar de estilo. Lo ha hecho. Ha andado en calma, dialogante. Es otro.
Alan García sí ha escrito en su Twitter. Lo hizo el miércoles para confirmar su cita con Cateriano. “Será un honor para mí recibirlo”. Un día antes, en una radio, dijo que sí dialogaría. Es más, señaló que es su obligación.
Hoy ambos estarán juntos. A inicios de los noventa también se vieron las caras. Fue en circunstancias distintas. El escenario fue el Parlamento. Cateriano era diputado por el Fredemo, era además el investigador de García, en ese momento el cuestionado expresidente.
En una entrevista a Velaverde del 2013, Cateriano, ya convertido en el ministro de Defensa, recordaba esa investigación. “El autogolpe de 1992 lo salvó (…) Sino el Parlamento Nacional lo hubiera acusado (a García Pérez) de enriquecimiento ilícito”.
Cateriano fue miembro de la comisión que investigó al primer gobierno aprista. De aquella indagación surgió el libro “El caso García”, publicado en 1994. Más de 300 páginas que no solo reseñan los detalles de lo hecho por el grupo investigador, sino que incluye algunos capítulos como: “La pesadilla aprista”; “La compra de los mirage, cómo fue”; “Conexión peruana de BCCI”; “El caos y la noche”. En el texto no hay eufemismos ni metáforas. El libro es frontal.
“Tengo confianza y paciencia como para comprobar que todas esas acusaciones son una calumnia; por eso se ha querido sorprender al Congreso con un informe que solo tiene rumores de terceros”, dijo Alan García en abril de 1991 en plena efervescencia del debate sobre su caso.
Meses más tarde, en entrevista con Gestión en agosto de 1991, Cateriano ya revelaba sus antipatías. “Hubiera sido fácil caer en el lenguaje de insulto, pero eso hubiera significado descender al nivel de debate que quizá deseaba el doctor García. La opinión pública juzgará finalmente quién o quiénes son los delincuentes”.
En estos últimos años en el Ejecutivo, Cateriano vivió con esa misma pasión de los noventa, que se tradujo en críticas contra García Pérez y el aprismo. “Solo me defiendo”, solía decir.
En respuesta, la dirigencia del partido de la estrella no se ha cansado en enfrentarlo. Esa polémica ha incluido tres interpelaciones, entre ellas, por las muertes de militares y civiles en Kepashiato y por la irregular custodia de la vivienda de Óscar López Meneses.
Mauricio Mulder incluso lo ha llamado “franelero” de la pareja presidencial. Aunque el miércoles, en esta extraña convivencia, le sugirió que le dé la receta de la calma a Humala. Quizá en la cita de esta tarde algo del pasado se pueda conversar.