(Bloomberg) Angela Merkel dormía en el hotel Shangri-La de Ulán Bator cuando su jefe de gabinete la llamó con las noticias de la última crisis.
Eran las 5:30 en la capital de Mongolia -las 22:30 en Berlín– y en Turquía se estaba desarrollando un golpe de estado. En tanto el presidente Recep Tayyip Erdogan enfrentaba la facción rebelde, Merkel recibía información telefónica de los miembros de su gabinete para preparar la declaración a la prensa que daría a su retorno a Berlín al día siguiente, reasegurándole a Turquía su apoyo “para todos aquellos que defienden la democracia y el imperio de la ley”.
Para la canciller alemana, reaccionar al ritmo constante de crisis se ha convertido casi en lugar común. Desde los refugiados hasta el populismo en ascenso, Brexit y los bancos italianos en problemas, las amenazas a la coherencia económica y política de Europa se multiplican a lo que parece ser un paso sin precedente. Los disparos del fin de semana en Múnich, un ataque con machete en el sudoeste de Alemania y una explosión a las puertas de un festival musical cerca de Nuremberg, tan cercanos en el tiempo a la masacre terrorista de Niza, se suman a la sensación de que los acontecimientos arriesgan entrar en una espiral descontrolada.
Ante la creciente incertidumbre, los alemanes buscan la mano firme de la líder más experimentada de Europa para que ayude a afianzar el continente en tiempos de turbulencia. Ese imperativo interno está fortaleciendo un consenso en Berlín respecto de que la canciller buscará un cuarto período de gobierno el año próximo porque no podría abandonar su carga de responsabilidad, aunque quisiera
‘Se siente comprometida’
“En parte por la cantidad de desafíos y en parte porque son difíciles de enfrentar, ella se siente comprometida a superarlos”, dijo Karen Donfried, presidente del German Marshall Fund of the United States y ex asesora del presidente Barack Obama en asuntos europeos, por teléfono desde Washington. “Eso respalda mi sensación de que se presentará nuevamente como candidata: hay importantes, significativos desafíos en temas que a ella le preocupan profundamente”.
El tiroteo que terminó con la vida de nueve personas la noche del viernes, perpetrado por un joven de 18 años nacido y criado en Múnich, añade una nueva dimensión al sentimiento de crisis. El incidente, en el cual el homicida se disparó luego de un asedio, se produjo solo cinco días después de que un refugiado afgano de 17 años creó pánico al blandir un hacha y un cuchillo en un tren en Bavaria. Luego, el domingo, un refugiado sirio de 21 años mató a una mujer con un machete e hirió a otras dos personas en el centro de Reutlingen, al sur de Stuttgart. La cantidad de muertos en Niza fue de 84.
Una noche como la que se vivió en Múnich “es difícil para todos nosotros de soportar”, le dijo Merkel a la prensa en la Cancillería el sábado, una semana después de su declaración sobre Turquía. “Mucho más difícil se hace porque tuvimos que absorber tan terribles noticias en un tan corto espacio temporal”.
Lo que está claro es que la aprobación a Merkel ha empezado a subir en semanas recientes conforme los votantes se enfrentaban a una creciente incertidumbre: su bloque encabezado por la Unión Demócrata Cristiana ha sumado 3 puntos en el mes transcurrido desde la votación del Reino Unido para romper con la Unión Europea.