Brasilia, (Reuters).- Enfurecido por recientes revelaciones de que Estados Unidos espió los correos y llamadas telefónicas hasta de la presidenta Dilma Rousseff, el Gobierno brasileño aceleró sus esfuerzos por mejorar la seguridad de sus comunicaciones y proteger mejor sus secretos.
¿Cómo? Mediante la compra de un nuevo satélite, imponiendo el uso de nuevas plataformas seguras de correo electrónico para los burócratas en Brasilia y tendiendo sus propios cables de fibra óptica para comunicarse con sus vecinos.
El énfasis en reforzar la seguridad de las comunicaciones era difícil de vender en un país relajado, sin una historia de terrorismo internacional y que no ha librado una guerra en más de un siglo.
Funcionarios brasileños admiten que enfrentan problemas parecidos a los de otros países molestos con las revelaciones sobre el vasto espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos: construir nueva tecnología es costoso y difícil, y no garantiza que los secretos estén a salvo del espionaje estadounidense.
Y sin embargo, Brasil está especialmente motivado a actuar.
La mayor economía de América Latina se siente especialmente humillada por los documentos filtrados por el ex contratista de la NSA, Edward Snowden.
Según un reporte el domingo del canal de televisión Globo, la agencia interceptó las comunicaciones de Rousseff con sus principales asesores y las usó como “caso de estudio” para mostrar sus herramientas de espionaje.
Rousseff está tan enojada que podría cancelar una visita de Estado a Washington programada para octubre, dijo el miércoles a Reuters un funcionario brasileño.