Buenos Aires (Reuters).- El Gobierno argentino aseguró que no está en riesgo su capacidad de administrar el país, un día después de sufrir una dura derrota en unos comicios legislativos que dejaron a la convaleciente presidenta Cristina Fernández sin chances de reelección y dieron inicio a una compleja transición política.
La coalición que respalda a la mandataria fue derrotada el domingo en los principales distritos del país, incluida la clave provincia de Buenos Aires, mostrando el descontento de los votantes por la alta inflación, una prohibición para ahorrar en moneda extranjera y la creciente inseguridad.
Sin embargo, funcionarios oficiales le restaron dramatismo al resultado de las elecciones, destacando que el Gobierno y sus aliados seguirán manteniendo la ajustada mayoría que les permite tener quórum propio en el Congreso.
“(Esto) nos da una fortaleza legislativa importante para culminar con este mandato de cuatro años que tiene la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”, dijo a una radio el ministro de Defensa, Agustín Rossi.
Analistas esperan que el Gobierno empiece a perder aliados y algunos diputados oficialistas comiencen lentamente a emigrar hacia bloques opositores, dentro del habitual ejercicio local de transfuguismo político cuando un mandatario no tiene posibilidades de ser reelegido.
La ausencia de Fernández, mientras se recupera de una cirugía que le realizaron hace tres semanas para drenarle un hematoma cerebral, añade incertidumbre al panorama político argentino. Su hijo dijo el domingo que no sabía cuándo volverá a asumir sus funciones aunque sus médicos le prescribieron licencia hasta la próxima semana.
Los resultados marcaron el inicio de una transición hasta las presidenciales del 2015, un camino que se prevé estará signado por pujas entre los aspirantes a suceder a Fernández y el deterioro de la economía, asfixiada por una inflación del 25 por ciento anual, una baja inversión por intervencionismo económico del Gobierno y el malhumor de los ahorristas con el control de cambios.
La debilidad del Gobierno puede limitar el margen de maniobra de Fernández para dictar las medidas que necesita la economía en el corto plazo para evitar una crisis cambiaria.
Argentina atraviesa por una crisis de liquidez de divisas debido a que un tipo de cambio artificialmente elevado por la inflación golpeó la competitividad del país y a sus exportaciones, dejando al país sin su principal fuente de dólares.
Los candidatos a la Cámara de Diputados y Senadores del Gobierno peronista y sus aliados obtuvieron cerca del 33% de los votos a nivel nacional, más de 20 puntos porcentuales menos de los que obtuvo Fernández cuando fue reelecta en el 2011.
En la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito del país, el popular alcalde de la ciudad de Tigre, Sergio Massa, venció ampliamente al candidato apadrinado por Fernández.
Massa, que representa a un sector del peronismo crítico del Gobierno y que impulsa medidas amistosas con los mercados, quedó posicionado como un potencial candidato a la presidencia.
Fernández y sus socios lograron de todas maneras mantener el control del Congreso porque retuvieron los escasos escaños que pusieron en juego. En las elecciones se renovaron un tercio de los 72 senadores y la mitad de los 257 diputados.
Pero, el oficialismo no podrá conseguir el apoyo de dos tercios de los senadores y diputados necesarios para abrir un debate constitucional al que aspiran aliados de Fernández. La carta magna prohíbe a un mandatario gobernar por tres períodos consecutivos.
“El peronismo logró mantener el control legislativo (…) Puede garantizarle a los argentinos la continuidad democrática”, dijo el diputado oficialista Carlos Kunkel, uno de los legisladores que había expresado que Fernández debía poder compartir por un tercer mandato.
El oficialismo también perdió por amplio margen en los otros cuatro distritos más poblados del país: Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires.