PERSPECTIVA. Adiós a las colas de madrugada, a reservar citas por Internet y recorrer bancos en busca de los estados de cuenta. Si el pleno del Parlamento Europeo lo aprueba en abril, este será el año en que los peruanos dejaremos de sentirnos como parias si deseamos viajar a 26 países de Europa. La eliminación del visado Schengen tendrá muchos efectos positivos, tanto a nivel empresarial e incluso personal.
Los hombres y mujeres de negocios ahora considerarán que será más fácil planificar una visita para reunirse con potenciales socios, participar en ferias o explorar oportunidades de inversión o mercado. Y esto dinamizará el flujo de capitales de largo plazo y el comercio con la Unión Europea (UE). Las aerolíneas también se beneficiarán porque los pasajeros de business class son quienes les generan más ingresos.
El papel de las oficinas comerciales, que dependen del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), será clave para que los empresarios peruanos puedan aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado europeo, que si bien no se encuentra en el mejor de los momentos, se recuperará. No olvidemos que el visado también se eliminará para Colombia, cuya estrategia de promoción de exportaciones es más agresiva que la nuestra.
En el ámbito personal, los grandes beneficiados serán los jóvenes. En países como Canadá, Australia, Estados Unidos e incluso Argentina, muchos graduados universitarios emprenden viaje a Europa, listos para vivir una experiencia incomparable. Ahora, nuestros jóvenes también podrán hacerlo porque no tendrán que justificar ingresos ante ningún consulado, y solo será necesaria una cantidad razonable de dinero y la mochila, pues los costos de transporte y alojamiento son asombrosamente bajos para ese segmento.
El Perú y la UE tienen un tratado de libre comercio (TLC) vigente desde marzo del año pasado, de modo que la eliminación del visado era una consecuencia lógica. Sin embargo, cabría preguntarse por qué no sucede lo mismo con el TLC con Estados Unidos, vigente desde el 2009, y la respuesta es España. La diplomacia de ese país impulsó la eliminación del visado Schengen porque su economía necesita capitales y divisas por turismo. Y el Perú (y Colombia) llevan años creciendo y fortaleciéndose. Claramente, será un perfecto círculo virtuoso.