El 80% de empresas en el Perú son de carácter familiar, es decir, que los accionistas en su mayoría son miembros de una o más familias. Ese carácter familiar generador de esfuerzo y visión emprendedora fundamental en la primera generación; se convierte en un obstáculo para el crecimiento y desarrollo de la empresa con los años.
Las empresas familiares empiezan a cargarse de conflictos entre los miembros de la familia, cuyos intereses se van desalineando con los de la empresa con el paso del tiempo. Ello ocurre por la distinta visión de los padres fundadores, los hijos en la primera generación y los primos, si es que la empresa logra pasar a dicho estadio.
¿Cómo lograr entonces que una empresa familiar pueda gestionarse de manera eficiente a pesar de los conflictos, las relaciones familiares y las disputas patrimoniales? No existe una fórmula mágica si no se parte por poner de acuerdo a la mayoría de los accionistas y miembros de la familia para entender que debe realizarse un tratamiento adecuado de la empresa-familia, la familia y el patrimonio. Estos tres elementos interactúan entre sí y se producen distintas relaciones y decisiones que manejadas adecuadamente permitirán estabilizar las vínculos familiares, los objetivos empresariales y las inversiones que la familia realice y cómo se manejan adecuadamente los activos existentes.
La empresa familiar y familia empresaria deben implementar instrumentos de gestión que garanticen un manejo adecuado de ella, la empresa y el patrimonio. Para ello existen el consejo de familia, como órgano de consejería y toma de decisiones, el protocolo de familia (normas de conducta), el plan de sucesión (quién asume responsabilidades en el tiempo) y el plan de gestión de activos (cómo se manejan los recursos e inversiones de la familia).
Javier Ísmodes
Socio del Estudio Muñiz