Primero expliquemos el título de esta columna: política, en referencia a la política pura y dura, es decir, a la impostura, que no es sino una forma elegante de mentir con apariencia de verdad. Monetaria: en el sentido de los aspectos monetarios -es decir los ingresos y propiedades- de los candidatos. Candidatos: en referencia a los 19 hombres y mujeres que compiten en el actual proceso electoral. Presidenciales: el término se explica por sí solo.
Según Calvino, los bienes materiales son un don de Dios, mediante el cual este ha bendecido más a unos que otros. Así, el dinero se convierte en una especie de señal, de predestinación. Se entiende que esta visión del ala más radical del protestantismo tenga algún eco en la política norteamericana (ergo, la hasta ahora exitosa campaña del republicano Donald Trump). Sorprende, sin embargo, que pareciera tenerlo aquí también.
Por ejemplo, el candidato de la “plata como cancha” -César Acuña ha declarado bajo juramento que sus “ingresos anuales” son de S/ 56 millones y que posee bienes por 15 millones. Esto es, más que todos los otros candidatos juntos. Aunque falta analizar las razones precisas detrás de su éxito electoral -más allá de su uso “borderline” de la infraestructura y el marketing de “sus” universidades- lo cierto es que la imagen del “hombre de abajo vuelto millonario” pareciera haber captado la imaginación de un porcentaje cada vez mayor de los electores peruanos. Claro que por todas partes se cuecen habas. En el caso de Acuña bien podría haber algo de exageración. De lo contrario, la Sunat va a tener una fiesta.
Otro que parece haber dicho, “técnicamente”, la verdad y nada más que la verdad es PPK. Una renta anual de S/ 2.5 millones parece razonable para quien, sin duda, ha tenido una larguísima y exitosa carrera tanto en Wall Street, como en el sector privado nacional e internacional, y ni qué decir de sus múltiples incursiones como ministro de Estado. Pero una renta es lo que se obtiene a partir del manejo inteligente de un determinado stock de capital. ¿Cuál es ese capital? No sabemos. Lo que sí sabemos es que, probablemente, sus propiedades están consignadas de acuerdo con el autoavalúo y que dicho autoavalúo está a años luz del valor comercial.
Pero, al menos, estos candidatos han presentado declaraciones juradas que más o menos corresponden con su imagen pública. Lo que no se entiende es la pobreza relativa de “técnicos” supuestamente exitosos, como Julio Guzmán, que no tienen ni siquiera un departamento y declara bienes por apenas S/ 48,000, menos incluso que Keiko Fujimori, quien solo tiene una camioneta valorizada en S/ 64,980. Y lo que menos se entiende es la sorpresiva pobreza relativa en cuanto a bienes y propiedades de candidatos como el dos veces expresidente Alan García: alrededor de US$ 100,000; a menos que se refiera al autoavalúo de una única propiedad. Uno hubiera esperado una declaración más completa, como la del candidato de Acción Popular, Alfredo Barnechea, quien consigna propiedades por casi US$ 700,000, incluidos libros, joyas, esculturas y pinturas. Imaginamos que el presidente García algo debe tener en estos rubros.
Lo mismo podríamos decir del expresidente Alejandro Toledo a quien los cientos de miles de dólares que supuestamente le pagan por dictar conferencias alrededor del mundo apenas le han alcanzado para acumular bienes por menos de US$ 250,000. Para terminar, una pregunta para la candidata Verónika Mendoza: ¿Cómo hizo para tener un departamento, una cochera, un terreno y una camioneta que de manera conjunta tienen supuestamente un valor de S/ 103,000 (unos US$ 30,300)?
Así que digamos las cosas como son: las declaraciones patrimoniales de los candidatos son un gran engaño. O una gran impostura, para ser más exactos.
