Por Luis Abugattas Majluf – Consultor de la OMC y UNCTAD
En las últimas semanas se ha producido una interesante discusión ideológica sobre la conveniencia o no de aplicar medidas para remediar los efectos de prácticas desleales de comercio en la economía nacional. La discusión ha enfrentado dos posiciones: aquellos que defienden el derecho del Estado Peruano, contemplado en la legislación nacional y absolutamente legítimo en el marco de las normas y disciplinas multilaterales de comercio de la OMC , de hacer uso de los instrumentos a su disposición para evitar el daño a la producción nacional generado por prácticas desleales de comercio –dumping y subsidios; y de aquellos que sostienen, en esencia, que las practicas desleales de comercio deben ser bienvenidas, ya que en última instancia nos hacen un favor, y constituyen una suerte de regalo en favor del consumidor Peruano vía menores precios. Los argumentos que sustentan esta segunda posición merecen algunos breves comentarios.
Primero, de ser validos sus argumentos, habría que felicitar a sus defensores ya que ellos han descubierto una verdad que le ha sido esquiva al resto del mundo. Todos los países miembros de la OMC , desarrollados y en desarrollo, que utilizan medidas de defensa comercial, que son todos, están equivocados; son manejados por economistas desorientados o empresarios industriales interesados. Todos los esfuerzos desplegados durante la Ronda Uruguay para establecer un régimen sobre defensa comercial que evite un abuso proteccionista de estos instrumentos fueron una pérdida de tiempo. ¿Para que tener estos instrumentos si las prácticas desleales de comercio son beneficiosas para el país importador? Solo este pequeño grupo promueve la creencia en los beneficios de estas prácticas, nadie más en el mundo. ¿El mundo está equivocado?
Segundo, las prácticas desleales de comercio generan la sustitución de producción nacional por importaciones artificialmente baratas, con significativos efectos negativos sobre las empresas nacionales competidoras, sobre el empleo y sobre los ingresos fiscales. Las medidas de defensa comercial no buscan proteger a empresas ineficientes; su objetivo es evitar o remediar el daño causado a empresas nacionales en condiciones de competir en ausencia de prácticas desleales. La necesaria investigación conducente a la aplicación de medidas asegura esto. En una economía abierta como la peruana, con aranceles significativamente bajos, las empresas ineficientes serán eliminadas por el funcionamiento mismo de las fuerzas del mercado. Los defensores de estas prácticas desleales de comercio deberían revisar con más detenimiento el acuerdo de la OMC y la legislación nacional al respecto. Por ejemplo, deberían revisar el concepto de “valor normal” que tiene un alcance muy preciso en el acuerdo de la OMC . Las posiciones no deben sustentarse en un uso antojadizo de conceptos.
Tercero, los supuestos beneficios de estas prácticas, según esta posición, derivarían de la transmisión de los menores precios de importación al consumidor. Esto no necesariamente es el caso. Los menores precios de importación pueden derivar en mayores márgenes de comercialización para el importador. El grado de transmisión de menores precios al consumidor debe verificarse empíricamente. Sin embargo, en un mercado con una alta y creciente concentración de importadores y minoristas lo más probable es que los menores precios redunden más en beneficio del importador que del consumidor final. En este caso, las prácticas desleales de comercio benefician al importador en desmedro de los productores nacionales y de sus trabajadores y sus familias. Es un regalo no bienvenido; en particular si consideramos que para ser un consumidor se necesita un empleo e ingresos adecuados.
El rechazo a la aplicación de medidas de defensa comercial refleja fundamentalmente una posición ideológica sustentado en un liberalismo mal aprendido; el cual es difícil de encontrar inclusive en aquellos países fervorosos defensores del libre mercado y comercio. Habría que preguntarnos: ¿a quién se pretende defender apoyando estas prácticas contrarias al libre comercio leal? Al consumidor peruano, o debemos pensar que su corazón se inclina más por los importadores que no practican el “juego limpio” del comercio mundial.