REGULACIÓN LABORAL. Entre el 2007 y el 2012, la economía peruana creció 34.9%, una cifra admirable, sobre todo tomando en cuenta que la mitad del mundo se encontraba sumida en una recesión durante la mayor parte de ese periodo. Sin embargo, en ese mismo periodo, la informalidad de la fuerza laboral dentro del país, por algún motivo, se redujo tan solo del 79.9% al 74.3%. Es decir, casi nada en comparación.
Por qué el crecimiento económico en nuestro país no logra generar empleo formal es una pregunta que debemos hacernos al mirar estas dos tendencias. La respuesta, sin embargo, no es muy difícil de encontrar.
El Perú tiene uno de los regímenes laborales más rígidos de América Latina. De acuerdo con la Cámara de Comercio de Lima, el 60% de los costos en que incurren las empresas al contratar un trabajador por la vía formal son no salariales, una proporción superior a la de todos los países de la Alianza del Pacífico, por ejemplo. Por encima de esto, las empresas que decidan formalizarse se las tendrán que ver con la Sunafil, la entidad encargada de la fiscalización laboral, y arriesgarse a pagar unas multas exorbitantes en caso de que incurran en alguna falta, ya sea adrede o por desconocimiento. Según el Índice Global de Competitividad, la regulación laboral es uno de los factores más problemáticos para hacer negocios en el Perú.
Pero tampoco se puede subestimar el efecto del tema tributario. Si bien la Ley Mype ha considerado ciertas concesiones para la micro y pequeña empresa, estas no son ni de cerca un incentivo suficiente para atraer a todo un sector que está acostumbrado a operar al margen del Estado y prescindir de él.
Con todo esto en cuenta, no suena tan extraño, pues, que 15 de las 25 regiones del país tengan a más del 80% de su población trabajando en la informalidad.
Esperemos que el paquete anunciado por el presidente Humala hace dos días, que abarca justamente los sobrecostos y el tema tributario, para incentivar la inversión sea implementado lo más pronto posible, pues su efecto en la formalización –en la medida en que sea percibido como algo permanente- podría ser considerable también.