Recientemente se ha visto cómo el valor de mercado de empresas del sector infraestructura se ha deteriorado significativamente como resultado de los hechos coyunturales derivados de las investigaciones de Lava Jato y ante ello cabe preguntar: ¿cómo es posible esto?, ¿puede cambiar el valor de las empresas tan drásticamente cuando meses previos las recomendaciones de casas de bolsa o bancos de inversión recomendaban la inversión en estas acciones?, ¿acaso el valor de mercado no refleja el valor real de una empresa?
Para responder estas preguntas, debemos prestar atención a conceptos financieros relacionados a valorización de empresas, entre estos, principalmente, la estimación del “valor fundamental” o valor real de una empresa, bien o activo, que se estima en base al análisis de perspectivas sobre la sostenibilidad de las operaciones a futuro y los niveles de riesgo asumidos.
Cuando una casa de bolsa, empresa consultora o banco de inversión da una recomendación de compra o venta de una acción, previamente tuvo que realizar este análisis, estimando el valor real de la empresa (“valor fundamental”), donde concluye si es recomendable comprar/mantener/invertir o vender/desinvertir en el activo. Si el valor fundamental estimado es mayor al valor de mercado, se recomienda la inversión, puesto que se prevé que el valor de la empresa suba; caso contrario, cuando el valor fundamental es menor al de mercado, se recomienda la venta, por esperarse que el valor de mercado se ajuste a la baja hasta igualar el valor fundamental.
Entonces, ¿qué pasó?, ¿por qué el mercado ha castigado el valor de las empresas? Pues principalmente por desconocimiento de información relevante de las investigaciones y por ende mayor percepción de riesgo.
Inclusive, cuando no se ha probado, ni concluido nada aún sobre estas investigaciones, la reputación de las empresas ha sido dañada y esto impacta negativamente en el valor real de las mismas puesto que quiebra la sostenibilidad de sus operaciones que dependen tanto de los contratos de servicios de construcción que mantienen en sus carteras, así como los ingresos a futuro previstos por su participación en proyectos de asociaciones público privadas.
Si la reputación de estas compañías se ve dañada, los sectores privado y público tendrán reparos para contratar sus servicios así como también evaluarán cuidadosamente la posibilidad de inversión en patrimonio o préstamos bancarios que al final encarecerán los costos de fondeo que podrían ocasionar inclusive la inviabilidad del financiamiento en sus proyectos y pago de obligaciones financieras.
Es importante prestar atención al valor reputacional, pues todo lo construido en muchos años de operaciones podría caerse al poner en duda esta pieza clave.
Por Hernán Castañeda
Gerente de Transacciones y Finanzas Corporativas de EY Perú