POLÍTICA FISCAL. El déficit fiscal al cierre del 2016 se ubicó en 2.7% del producto bruto interno (PBI), por debajo del 3% que proyectó la actual administración del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), es decir el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski cumplió la meta planteada con creces.
Si bien este es un buen resultado, algunos detalles no deben pasar inadvertidos. Parte de la reducción se debe al pago extraordinario del Impuesto a la Renta (IR) por la venta de una concesión y por la recuperación del IR no minero. De otro lado, el Ejecutivo parece no haber medido adecuadamente el impacto del sobreajuste en la recaudación y en el menor crecimiento del PBI en el último trimestre del 2016 y posiblemente en el primer trimestre de este año.
Ahora que el presidente PPK y el ministro Alfredo Thorne han puesto la casa en orden, ¿se podrá esperar que las restricciones del gasto este año no sean tan perjudiciales para la economía? Basar la reducción del déficit solo en disminución de gasto pone en riesgo el crecimiento del país y puede terminar afectando las expectativas de incremento de las inversiones. La idea es que el menor déficit sea resultado, principalmente, de un incremento en los ingresos fiscales.
Es verdad que haber logrado un déficit de 2.7% permitirá que el nivel de ajuste para alcanzar las metas de 2.5% y 2.3% establecidas para este año y el próximo sea menor, dando un mayor margen para una política fiscal prorreactivación. A eso se debe añadir que el Ejecutivo espera que en el 2018 la recaudación haya mejorado como consecuencia de algunas medidas como el régimen tributario de las mypes.
Sin embargo, si las medidas planteadas por el Gobierno no logran un incremento en los ingresos tributarios de manera permanente (por ejemplo, la amnistía tributaria o la repatriación de capitales son ingresos de una sola vez) y a un mayor ritmo, lograr la meta de llegar al 1% de déficit en el 2021 será muy difícil y se tendrá que ajustar otra vez por el lado del gasto, con las consabidas consecuencias en el PBI. Así las cosas, esperanzarse solo en los resultados del plan de formalización no parece una actitud muy realista, más aún cuando no se podrá destrabar la totalidad de los 12 megaproyectos este año.