Editorial: Sin brújula

Editorial de Gestión. “La presión tributaria continúa descendiendo y aún no hay decisión para revertir esta situación”

TRIBUTACIÓN. Aunque muchos peruanos no lo hayan interiorizado, el Estado no tiene una cuenta bancaria infinita. En términos generales, el dinero que utiliza para sus gastos proviene de los ingresos por impuestos que pagamos todos los peruanos, ya sea a través del Impuesto a la Renta (IR), Impuesto General a las Ventas (IGV), Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) y algunos regímenes especiales. Mientras menos dinero ingrese al fisco, menos recursos tendrá el país para cubrir sus diferentes gastos, de allí la importancia de contar con un sistema tributario claro que facilite el cumplimiento por parte de los contribuyentes y asegure un adecuado nivel de recaudación por parte de la administración tributaria.

Este concepto tan simple parece ser desconocido por los miembros del Congreso, que a través de diversas normas terminan abriendo forados en el sistema tributario. Por ejemplo, ayer se aprobó la suspensión del pago de tributos por cinco años a la importación de aeronaves a pesar de la oposición del MEF y del Ministerio de Defensa, pero con el voto a favor del MTC.

Otro caso es el de la llamada ley de alerta educativa, que ha sido observada por el Ejecutivo, que busca que antes de sancionar por un incumplimiento tributario a una mype, primero se le capacite. Si bien la norma puede parecer loable, lo cierto es que, al ser tan general y no distinguir entre niveles de empresas ni de infracciones, lo que realmente hace es restarle efectividad a la labor de la Sunat y beneficiar a los contribuyentes que, de manera dolosa, incumplen sus obligaciones tributarias. Esto tendrá como consecuencia reducir la recaudación, pues menos personas pagarán sus impuestos.

Similar es el proyecto de ley llamado sello mype, a través del cual se propone que las empresas puedan deducir el doble de lo que inviertan en compras a mypes, sin discernir si se trata de compras vinculadas al core business del negocio o no, ni si se trata de bienes o servicios.

Pero los problemas no solo vienen del Congreso, al interior del Ejecutivo tampoco se tienen claros los conceptos, pues una de las cualidades más valoradas en materia tributaria es la predictibilidad, lo que implica la permanencia en el tiempo de las normas y, al parecer, la han olvidado. Al inicio de este Gobierno, se dictaron una serie de modificaciones en materia tributaria, y apenas un año después la premier anuncia que están preparando nuevos cambios. Es decir, una reforma tributaria por año.

La presión por que el Gobierno gaste más crece día con día, pero la presión tributaria continúa descendiendo y aún no hay decisiones para revertir esta situación.

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