PLAN DE ACCIÓN. Si nos basamos en el discurso de investidura del presidente Pedro Pablo Kuczynski, el Gobierno cumple su primer año sin haber dado pasos significativos hacia la llamada “revolución social” y las reformas necesarias para hacerla posible. Si bien tuvo que lidiar con la obstrucción de la mayoría opositora en el Congreso –lo que le costó tres ministros–, el mayor problema que enfrentó estuvo en la creencia de que basta con promulgar leyes para que los “kambios” se hagan realidad.
La gran propuesta de PPK –dotar de agua y desagüe a todos los peruanos– se quedó en los decretos legislativos que formaron parte del paquete emitido entre octubre y enero. Se desconoce si se han iniciado los trabajos en algún lugar del país o si existen trabas burocráticas que lo impiden. De las grandes obras de infraestructura, ya sabemos en qué estado se encuentran, pero lo que ignoramos es cuánto tiempo más permanecerán paralizadas.
Otro asunto crucial que se quedó estancado ha sido la protección del medio ambiente. No se están ejecutando acciones orientadas a luchar contra la deforestación o a incentivar la inversión en forestería, por ejemplo. Con respecto a la reforma laboral, habría que revaluar su objetivo y priorizar la protección de los trabajadores que hoy sufren los abusos de los empleadores informales e ilegales. Las medidas en este sentido tendrán que ser graduales y seguir un plan bien estructurado (y no medidas aisladas como está sucediendo actualmente).
Quizá el único atisbo de reforma haya sido la reducción de trámites, aunque no se le puso la fuerza suficiente para que se pueda aplicar completamente. Al respecto, algunos bancos y comercios todavía no se adecuan al Decreto Legislativo 1246, ante la pasividad de la SBS e Indecopi, que no parecen interesados en hacer cumplir la ley. Y la reestructuración de la descentralización se ha limitado a las reuniones entre los presidentes regionales y el Gabinete Ministerial, pero hasta ahora no se observan avances significativos. Por último, estamos a punto de ver si la mejora del gasto público (gastar más, pero gastar bien) funcionará cuando comience la reconstrucción.
En suma, es necesario repensar las reformas y priorizar las que pueden ser vitales para que el crecimiento sea sostenible y se eleve el PBI potencial. Para lograrlo, hace falta contar con una estrategia y un plan de acción. La buena voluntad por sí sola no servirá de mucho.