Elecciones 2016. La crisis pública mostrada por Fuerza Popular y, específicamente, por los hermanos Fujimori con relación a quien puede o no ser candidato presidencial en el 2021 no es de extrañar. La historia política del fujimorismo ha sido la de crear una agrupación nueva para cada elección con la única finalidad de que alguien con el apellido Fujimori alcance la Presidencia.
Sin embargo, este no es solo un problema del fujimorismo. Las recientes elecciones dejaron en evidencia que la democracia interna en los partidos es casi inexistente. El Perú está marcado por agrupaciones caudillistas donde no se cumplen los reglamentos internos para elegir candidatos (Julio Guzmán) o se dan elecciones donde existe un solo candidato para que los líderes sigan enquistados en el puesto (Apra, Fuerza Popular, Peruanos por el Kambio, Alianza para el Progreso y un largo etcétera) o lo que es peor frente a un problema interno que merecería tomarse el tiempo para solucionarlo, se prioriza el proceso electoral y los posibles cargos (caso PPC).
En el caso de Keiko Fujimori queda claro que pese a los esfuerzos mostrados por deslindar con el autoritarismo que caracterizó la Presidencia de su padre —incluso firmando un compromiso— aún un alto porcentaje de la población no le cree: 51% según Pulso Perú.
Seguramente, esta es la razón del cambio de estrategia mostrado en menos de 12 horas, pues mientras el día lunes y martes por la mañana tanto Keiko Fujimori como sus voceros se esforzaban por minimizar las declaraciones de Kenji, asegurando que no existía discrepancia entre los hermanos o tratando de dar nuevas interpretaciones a los tuits; por la noche, la lideresa de Fuerza Popular, junto a los dirigentes del partido, salió con la pierna en alto para rechazar “la autoproclamación de una candidatura cinco años antes de una elección” y asegurar que “no hay espacio para posiciones personalistas y así lo deben entender quienes pretendan mantenerse en el partido”.
No es la primera vez que los hermanos se enfrentan, ocurrió lo mismo cuando no se incluyó en la lista al Congreso a algunos antiguos dirigentes, la crisis fue tal que Alberto Fujimori tuvo que recordarles que la meta era que Keiko fuera presidenta.
La democracia es un proceso continuo y no solo se debe ver cada cinco años en una gran elección sino en cada paso que den los partidos en sus procesos internos. La fiscalización de la ciudadanía será importante.