Editorial: Política en off

Editorial de Gestión. El Gobierno y la oposición también tienen que llevar su propia reconstrucción.

COMPÁS DE ESPERA. Antes que la situación del país se agravara por los desastres naturales, el entorno político del Gobierno no era el mejor. Las fricciones entre la oposición y el Ejecutivo eran continuas, las críticas a la inoperancia del presidente y su Gabinete ya le estaban pasando factura al equipo Kuczynski, lo cual se refl ejaba no solo en el pedido de interpelación al ministro Vizcarra (por la fi rma de la adenda del aeropuerto de Chinchero) sino también en el pedido de varios sectores de la población para que se realizaran cambios en el Gabinete.

La avalancha de huaicos que sufrió el país en las dos últimas semanas no solo arrasó con viviendas y sembríos, sino también se llevó la agenda política vigente. El caso más claro ha sido que la moción de interpelación al ministro Vizcarra ha quedado sin efecto.

Sin embargo, se equivoca el Gobierno si cree que los problemas han desaparecido. En estos días se ha observado una proactividad que no se le conocía al Ejecutivo, empezando por el presidente de la República, lo cual es positivo, pero en algún momento las lluvias cesarán y entonces afl orarán los problemas nuevamente y quizás con mayor vigor, salvo que el Gobierno empiece a corregir sus defi ciencias y la oposición se concentre en otros temas.

Tal como ya hemos advertido, el principal reto del Gobierno a partir de abril será llevar a cabo la reconstrucción, lo que implica tener claro el esquema bajo el cual se hará y cómo se llevará adelante. La propuesta del zar anticorrupción no ha sido recibida con tanto entusiasmo como quizás esperaba el presidente, incluso al interior del Ejecutivo existen posiciones diferentes. Así, mientras el ministro Jorge Nieto señala que no le gusta la fi gura de un zar, el premier Fernando Zavala lo ha considerado un coordinador.

El próximo reto será encontrar la forma de levantar las expectativas económicas y fusionar, de manera exitosa, el plan de estímulo que se lanzó la segunda semana de marzo, con el que deberá plantearse la reconstrucción de las ciudades.

Sin embargo, a esta labor que deberá emprender el Gobierno le puede jugar en contra la impaciencia de la población afectada —que en las zonas de emergencia en este momento llega a 3.2 millones de familias— y el factor político, pues en el 2018 se deberá elegir a alcaldes y gobernadores regionales y la tentación de utilizar las necesidades de los ciudadanos electoralmente estará a la orden del día.

El Gobierno y la oposición también tienen que llevar adelante su propia reconstrucción.

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