Editorial: Población vulnerable

La desnutrición infantil pasó de 19.5% el 2011 a 14.4% el año pasado, una tendencia decreciente que se está estancando, pues la reducción del 2015 fue de apenas 0.2 puntos porcentuales con respecto al 2014.

POBREZA. El Gobierno se propuso reformar la administración del gasto social con la creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), además de aligerar la carga del Ministerio de la Mujer, pero no ha logrado reducir significativamente un par de indicadores que afectan a la población más vulnerable de todas: los niños menores de 5 años. Nos referimos a la desnutrición crónica y la anemia.

Los resultados de la Encuesta Demográfica y Salud Familiar (Endes), realizada por el INEI el 2015, muestran un avance muy lento en la lucha contra la desnutrición infantil: se pasó de 19.5% el 2011 a 14.4% el año pasado, una tendencia decreciente que se está estancando, pues la reducción del 2015 fue de apenas 0.2 puntos porcentuales con respecto al 2014.

Con la anemia, la situación es más preocupante, pues el 32.6% de niñas y niños menores de 5 años la padecía el 2015, cuando el 2011 la tasa era de 30.7%. Los principales afectados son los niños entre 6 y 17 meses, en los que la incidencia llegaba a cerca del 60% el año pasado.

Una nutrición deficiente tiene efectos negativos sobre el proceso de aprendizaje y el rendimiento escolar, al tiempo que disminuye las defensas corporales –con lo que contribuye a incrementar la morbilidad y la mortalidad infantil–. Además, sus efectos se prolongan a lo largo de la vida, pues aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas (sobrepeso, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares) y está asociada a menores logros educativos e ingresos económicos en la adultez.

La anemia –bajo contenido de hemoglobina– es una consecuencia de la nutrición defi ciente, principalmente la carencia de hierro, y como afecta directamente al corazón, incide negativamente en el desarrollo psicomotor de los infantes. Estamos hablando de severos problemas de alimentación que tendrán un impacto adverso en las vidas de un elevado porcentaje de nuestra población, de niñas y niños que no alcanzarán todo su potencial cuando tengan la edad de incorporarse al mercado laboral.

Tendremos que recordar estas estadísticas el 28 de julio, porque el nuevo Gobierno no podrá pasarlas por alto. Es inaceptable que sigamos dejando de lado a quienes deberían tener la más absoluta prioridad.

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