PERSPECTIVA ECONÓMICA. La última quincena de abril trajo un conjunto de buenas noticias económicas, necesarias para contrarrestar tanta batahola electoral, pero el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se encargó de recordarnos que hay que tener cuidado con pasar del optimismo al entusiasmo desmedido. Comencemos por lo positivo: el PBI creció 6.04% en febrero, la inflación de abril fue apenas perceptible, tanto en Lima (0.01%) como a nivel nacional (0.02%) y, lo más importante, las expectativas inflacionarias han comenzado a bajar y los indicadores de confianza de consumidores y empresarios están mejorando.
Es alentador que el optimismo esté repuntando porque el buen ánimo no solo se traduce en una mayor disposición para gastar e invertir, sino que impulsa a las personas y empresas a pensar con más claridad en proyectos de mediano y largo plazo. Las empresas y analistas encuestados por el Banco Central de Reserva han elevado sus expectativas de crecimiento del PBI para este año y la mayoría vaticina que, dentro de un año, los sectores en los que operan y la economía en general estarán mejor que ahora.
Las familias comparten esa esperanza, según el Índice de Confianza de Apoyo (ICCA), aunque se trata de un sondeo para Lima, de modo que es probable que ese renovado optimismo en dos de cada tres hogares se explique “por el pase a segunda vuelta de los dos candidatos presidenciales con mayor intención de voto entre los limeños”. En todo caso, desde el 2006 no se registraba tan elevado nivel de confianza en el futuro mediato.
Hasta que el viernes salió el nuevo Marco Macroeconómico Multianual (MMM), un documento elaborado por el MEF que fija los lineamientos del programa económico y la proyección de los resultados que generará su aplicación. El primer paño frío es la reducción del cálculo del crecimiento del PBI para este año: de 4.3% a 3.8%. El segundo, que raya en lo gélido, revierte la proyección de la inversión privada, que en lugar de expandirse 2%, caerá 1.2% (los datos previos corresponden al MMM revisado, publicado en agosto pasado).
Ahora dependerá del próximo Gobierno y del sector privado demostrar que el renovado optimismo, que de momento solo se aprecia en el papel, se traducirá en más inversión directa.