CONSEJO DE SEGURIDAD. El Perú acaba de firmar el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, en el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. La firma se da a tres meses de que se integre al Consejo de Seguridad de la ONU.
En enero del 2018, el Perú se sumará al Consejo conformado por quince países, cinco de ellos, miembros permanentes y con derecho a veto: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido.
Dicho Consejo tiene entre sus principales funciones el evaluar los riesgos para la paz internacional, revisando opciones para remediarlos de manera pacífica o emprender acciones militares.
Otra de sus funciones es la de decretar sanciones económicas o embargos de armamentos. Justamente, son este tipo de medidas las más debatidas actualmente.
Pese a la presión internacional, Corea del Norte insiste con su pruebas nucleares y lanzamientos de misiles, poniendo en riesgo la paz mundial. Las pruebas se han dado a pesar de sanciones económicas contra el Gobierno de Kim Jong Un.
Las tensiones incluso han llegado hasta amenazas entre el líder norcoreano y el presidente estadounidense Donald Trump. Sin duda, la tensión con Corea del Norte es el principal desafío que enfrenta el Consejo de Seguridad, del que en enero seremos parte. El reto puede ser aún más complicado si es que la escalada de amenazas degenera en acciones que pueden reforzar las expectativas de una acción militar.
El largo conflicto en Siria o las nuevas tensiones con Irán forman parte también de los desafíos del Consejo de Seguridad. Asimismo, temas de Latinoamérica pueden llegar a ser parte del debate, como sucedió hace algunos meses cuando se envió una misión del Consejo de Seguridad a Colombia para ver el proceso de desarme, tras el acuerdo de paz con las FARC.
En ese sentido, el ingreso al Consejo de Seguridad será una oportunidad más para que la diplomacia del Perú pueda ganar relevancia, tras haber liderado la reacción de los países de la región en la crisis de Venezuela. Otorgará además al país la ocasión de dar a conocer su opinión sobre complejos temas mundiales y, llegado el momento, permitirnos proponer una agenda para no quedar tan solo como simples invitados en una mesa dominada por las grandes potencias.