Perspectiva. La economía de China desacelera el paso. Recientemente, el banco central de ese país estimó que el crecimiento económico se situaría entre 6.9% y 7.1% este año, una tasa más baja que el 7.4% registrado en el 2014.
Las perspectivas de un menor ritmo de crecimiento llevaron a Beijing a dictar una serie de medidas de estímulo, como la reducción de encajes bancarios y un recorte de su tasa de interés de referencia.
China debe evitar una mayor desaceleración si quiere evitar tensiones sociales provocadas por el menor empleo ante las “bajas” tasas de crecimiento.
Aunque las autoridades chinas afirman que no se debe esperar un gran paquete de estímulo, el anuncio de relajamiento monetario evidencia su postura de evitar una mayor desaceleración, por lo que no se puede descartar la llegada de nuevas medidas.
China es uno de los principales importadores de materias primas del mundo, productos de los que varios países de la región, incluido el Perú, dependen. Y la previsión de un menor crecimiento chino oscurece el panorama para los precios de los commodities.
El Gobierno del presidente Xi Jinping anunciará dentro de poco su objetivo oficial para el crecimiento económico de este año, pero todo parece indicar que se situaría en una menor magnitud que el 7.5% que no llegó a cumplirse en el 2014. Aunque hay evidencias de una recuperación, los riesgos a la baja persisten para el PBI chino, entre ellos, el alto endeudamiento de los gobiernos locales y la debilidad del sector inmobiliario.
Ante ese escenario de desaceleración en la segunda mayor economía del mundo, el Perú debe prepararse para ese contexto de menores precios de metales. Pero no todo es desalentador. La reestructuración de la economía china que pretende Beijing, enfocada más en el consumo que en las exportaciones, abrirán nuevas opciones para otros productos, como la agroexportación, por lo que se hará necesario un mayor trabajo de la oficina comercial del Perú en el país asiático, en la búsqueda de esas nuevas oportunidades que se generarán.