REFORMA PREVISIONAL. Si bien el Gobierno ha tenido que empezar a resolver muchos temas que le han salido sobre la marcha, es necesario que no descuide las reformas de mediano plazo que se requieren. No debe olvidar que lo urgente es enemigo de lo importante y un tema importante es el relativo al sistema previsional del país.
Tanto el presidente Pedro Pablo Kuczynski, como el ministro Alfredo Thorne y el premier Fernando Zavala han destacado la necesidad de repensar el sistema y para ello se planteó la creación de dos comisiones: una técnica y otra política. Sin embargo, a pesar de que este es un tema del que se está hablando desde la campaña, y pese a que hace casi un mes que se aprobaron las facultades legislativas (plazo que se había puesto el MEF para dar inicio a las comisiones), aún no se sabe nada del tema.
Esta reforma no será fácil y, sin duda, requerirá de varias horas de debate en el Congreso, tanto a nivel de comisiones como del pleno. Lograr que los aspectos técnicos estén por encima de las decisiones populistas es indispensable.
Tanto el sistema privado (AFP) como el público (ONP) necesitan cambios. Entre la lista de temas a revisar están la necesidad de una pensión mínima, la inclusión de los trabajadores independiente e informales, las escasas opciones de jubilación, la forma del pago de comisiones, la escasa competencia, la poca información sobre la disparidad entre rentabilidad de los fondos y ganancias de las AFP, entre otros.
Esta reforma cobra mayor relevancia si tomamos en cuenta de que en poco más de 20 años se termina el bono demográfi co, es decir, la población en edad de trabajar será menor que la dependiente (niños y ancianos), lo que haría insostenible el funcionamiento de la ONP (tal como está concebida) sin un aporte mayor del que ya recibe del Estado.
Contar con un sistema previsional es un derecho constitucional. Si bien existen algunas voces que plantean la eliminación de esta fi gura, lo cierto es que dicha situación no se da en casi ningún país y perjudicaría a un alto porcentaje de la población que, por atender las urgencias del día a día, no ahorra para los imprevistos del futuro.
El Gobierno debe encontrar la manera de que lo urgente no relegue lo importante y empezar este proceso de reforma ya.