Editorial: Le harán falta vitaminas

El Gobierno está tan debilitado, que hasta el MEF ha perdido la fuerza que serviría de contención a las iniciativas populistas del Congreso.

LOS PRÓXIMOS MESES. Si bien el presidente Ollanta Humala ha mostrado estar en mucho mejor estado físico que sus antecesores, será muy difícil que en los meses que le quedan, su Gobierno exhiba mucho músculo. Es más, lo que se teme es que el Congreso gane fuerzas con sus iniciativas populistas, o se ceda a las tentaciones de la campaña electoral, pues podría sentirse en la obligación de apoyar al candidato oficialista –Daniel Urresti, uno de los muchísimos exministros del Interior que ha tenido esta administración–.

El riesgo del “populismo legislativo” es palpable. Los congresistas, que se están jugando la permanencia y, para ello, necesitan votos, ya aprobaron la libre disponibilidad del 95.5% del fondo de pensiones al llegar la jubilación –para quienes lo tienen en las AFP, porque los afiliados al sistema estatal no poseen cuentas individuales–. La batalla legal para derogar la ley podría llegar al Tribunal Constitucional, aunque primero habrá que esperar que Humala la observe.

Hay más proyectos de esa índole. Entre ellos, la restitución de la franja de precios a las importaciones de lácteos, maíz y azúcar; la elevación de la participación laboral en las utilidades de las empresas; la adjudicación a Petroperú de todos los lotes cuyos contratos vayan venciendo; el establecimiento de límites a la propiedad de los predios agrarios y la declaratoria de “interés nacional” de Sedapal, que significaría su exclusión de esquemas de inversión con capitales privados.

El Gobierno está tan debilitado, que hasta el MEF ha perdido la fuerza que serviría de contención a las iniciativas populistas del Congreso. Ese contrapeso técnico es clave y, por ello, el Ejecutivo está en la obligación de reasumir su papel como la voz de la razón ante las conductas dadivosas de los legisladores.

Hablando de generosidad, el segundo riesgo que afronta el Gobierno es confundir la campaña del candidato oficialista con el gasto social, cosa que no ocurrió con Alejandro Toledo ni Alan García, pues no tuvieron un sucesor al que apoyar. Es por eso que más de un empresario tiene más temor de lo que aún pueda hacer el actual Gobierno que el mandatario que viene.

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