DESACELERACIÓN. El caso Odebrecht generará un impacto superior al que se estimaba inicialmente, no solo a nivel político sino también económico. Lo cierto es que las cifras van mostrando ya, que los resultados del primer trimestre no estarán a la altura de las expectativas y que la expansión será menor a lo que se esperaba en diciembre, al punto que el ministro Alfredo Thorne ya se adelantó a reducir la proyección de crecimiento oficial en un punto porcentual, de 4.8% a 3.8%.
El ministro ha seguido la línea, ya anticipada hace algunos días, cuando los analistas habían comenzado a ajustar las proyecciones a la baja. Por ejemplo, el BBVA planteaba para el 2017 un crecimiento del PBI de 4.1% y lo redujo a 3.5%, por su parte Scotiabank pasó de 4% a 3.8% y si bien Moody’s mantiene su proyección de 4.5%, ha reconocido que la revisará y quedaría más cerca al 4%. Todo ello porque la inversión privada sigue disminuyendo y aún es incierto el momento en que empezará a repuntar.
Esta sensación no es solo de los especialistas. Según la última encuesta de Pulso Perú, un 59% de la población siente que el ritmo de crecimiento de la economía continúa desacelerado. Es por eso que el presidente Pedro Pablo Kuczynski le está pidiendo a sus ministros que “le echen látigo al burro para que ande más rápido”, pues resulta evidente que el crecimiento está frenado.
Es verdad que existen algunas señales positivas como la recuperación del dinamismo de los créditos bancarios en diciembre y en especial las hipotecas. Según Asbanc, sin la incertidumbre generada por los casos de corrupción los créditos podrían haber crecido en un 10% este año, pero en las actuales circunstancias solo llegarían a crecer 8%.
Por ello es fundamental que el Gobierno no descuide el manejo de la economía y que haga un monitoreo cercano del impacto que vayan teniendo los decretos legislativos publicados, con la finalidad de poder realizar los ajustes necesarios con prontitud y aprobar todas las medidas adicionales que se requieran a fin de que el crecimiento de este año no sea menor al del 2016.
No será fácil, el sobreajuste fiscal que se tuvo en el último trimestre del año pasado ha generado un casi consenso en el mercado de que se terminara el 2017 con un crecimiento menor al 4%. El Ejecutivo deberá afinar el látigo.