CAMBIO EN EDUCACIÓN. Las “reformas” que se solían aplicar en educación consistían básicamente en crear nombres rimbombantes para cursos ya existentes. Si bien hubo intentos de mejorar la infraestructura (por ejemplo, con los “colegios emblemáticos”), incentivar a los maestros con aumentos salariales o impulsar la calidad de la enseñanza (con ensayos exitosos como el Colegio Mayor), la falta de decisión y la presión de grupos que se benefician del atraso, impidieron una reingeniería integral del sector.
No era necesario descubrir la pólvora y así lo entendió Jaime Saavedra desde que asumió el Ministerio de Educación (Minedu) el 31 de octubre del año pasado. Tras la deslucida gestión de su antecesora, quien se dio el lujo de no gastar el 54% de su presupuesto en el 2013 y que se mantuvo en el cargo, inexplicablemente, por más de dos años, el nuevo ministro emprendió el cambio que se necesitaba desde hacía décadas.
Ahora, la meritocracia se abre paso: en setiembre, 129,000 profesores participaron en una prueba de ascenso y más de 24,000 lo lograron –recibirán un incremento de sus sueldos de 40% en promedio–, y quienes aspiran a convertirse en directores también deben rendir exámenes.
Además, el próximo año se estrenarán trece colegios de alto rendimiento (COAR) en igual número de departamentos, que replicarán el modelo del Colegio Mayor –que acaba de ganar el concurso escolar del BCR–.
En infraestructura, el Minedu aumentó de S/. 14 millones a S/. 157 millones las inversiones bajo el esquema de obras por impuestos este año con respecto al 2013, y tiene una cartera de S/. 1,800 millones en asociaciones público-privadas que encargará a ProInversión para su promoción.
Es cierto que recién se está empezando. También es cierto que lo pendiente es abrumador: el déficit de infraestructura es titánico (S/. 60,000 millones), el 65% de colegios no tiene acceso a Internet, el 40% carece de agua y desagüe y el 30%, de electricidad, que existen otros asuntos que necesitan tiempo para probar si fueron acertados o no como la Ley Universitaria y que es preciso seguir desregulando la educación tecnológica, pero no se podrá acusar a Saavedra y su equipo de que han estado de brazos cruzados.