TRANSPORTE. En una entrevista reciente se le preguntó a Susana Villarán cuáles considera que son sus mayores logros como alcaldesa de Lima. Entre otros, ella respondió que la reforma del transporte. Sin embargo, los limeños parecen tener una opinión diferente. Según la última encuesta de Pulso Perú, el 73% considera que la autoridad municipal de Lima no ha hecho absolutamente nada para mejorar el servicio de transporte público urbano y el 67% cree que la situación es la misma en comparación a hace tres años, cuando empezó la gestión de Villarán (14% cree que la situación ha empeorado).
Una parte importante del problema quedó al descubierto, hace algunas semanas, cuando una combi de la empresa Orión chocó con un bus de la compañía Virgen de Copacabana. La sorpresa no fue que haya muerto una persona y muchas otras hayan quedado heridas, pues estamos acostumbrados a ver terribles accidentes automovilísticos en nuestra ciudad, sino la noticia de que ambas empresas acumulaban en conjunto casi S/. 10 millones en multas. Asimismo, los vehículos involucrados debían S/. 27 mil al Servicio de Administración Tributaria (SAT) y las deudas de ambos conductores sumaban más de S/. 8 mil. Todo esto, en otras palabras, significa que cada uno tiene libertad para hacer lo que quiera –con total impunidad– en las pistas de nuestra capital.
Hasta ahora, el Ministerio de Transportes, la Municipalidad Metropolitana de Lima y la Municipalidad Provincial del Callao se vienen pasando la pelota acerca de sobre quién recae la responsabilidad de hacer cumplir las sanciones o imponer todavía algunas mayores –como la remoción de licencias de operación.
Mientras tanto, Lima permanece como una de las ciudades con más accidentes de tránsito en América Latina. Según Alejandro Silva Reina, director del Programa Municipal de Víctimas de Accidentes de Tránsito, alrededor de 1,000 personas mueren y otras 10,000 quedan heridas de por vida cada año en Lima por accidentes de tránsito, lo que genera costos por encima del 2% del PBI nacional.
Empresas como Orión o Copacabana, al final, no son la raíz del problema, sino el resultado de un sistema de transporte improvisado donde nadie parece tener el control ni la dirección del vehículo. Veremos si el paquete de medidas anunciado ayer por el ministro de Transportes puede corregir el rumbo.