RECUPERACIÓN. A fines del año pasado, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) proyectó que la economía peruana crecería entre 6% y 6.5% en diciembre gracias a una mayor confianza empresarial, en parte. El viernes, sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) desveló la verdadera cifra: 5.01%, una diferencia mayor respecto a las expectativas del Ejecutivo.
Con este número, el crecimiento anual se ubicó en 5.02% (sospechosamente cercano al 5%) solo después de que el INEI hiciera algunos ajustes a los cálculos de meses anteriores. Está de más decir, pues, que un crecimiento por debajo del 5% hubiese sido un tremendo golpe para la confianza en el país.
Ya hemos dicho en múltiples ocasiones que un crecimiento anual de 5% no tiene nada de malo. Por el contrario, es una tasa envidiable dado el contexto internacional y regional, sobre todo para un país que ha mantenido un crecimiento constante en los últimos 15 años. No obstante, la expansión de la producción en el último mes del año nos muestra que la tan ansiada recuperación será más lenta de lo que parecía. Y así también lo reconfirman los estimados de analistas locales para enero, donde también se espera un crecimiento cercano al 5%.
Como dijimos en nuestro último editorial, no tenemos mucho de qué preocuparnos en el corto plazo porque los grandes proyectos de inversión que están ejecutándose -y seguirán ejecutándose en los próximos años- nos han servido para construirle un “piso” a nuestro crecimiento. Ese piso, según el economista jefe del equipo de investigación para América Latina, Luis Oganes, es de aproximadamente 5% para los próximos años.
El piso, sin embargo, si bien es un soporte importante para el crecimiento, podría convertirse en un arma de doble filo, pues corremos el riesgo de acomodarnos a esta tasa cuando nuestro potencial, de hecho, se encuentra un punto porcentual más arriba.
Somos conscientes de los errores que se cometieron en el 2013. Lo importante es no repetirlos este año, sobre todo los relacionados a la confianza. Lo (quizá más) importante, es no aceptar con resignación pasiva cualquier crecimiento menor a nuestro potencial.