PERSPECTIVA. El viernes, el Banco Central de Reserva (BCR) publicó su reporte de inflación con las proyecciones macroeconómicas del país para el periodo 2014-2016.
En setiembre, Julio Velarde, presidente del BCR, ya había adelantado una corrección a la baja respecto al crecimiento previamente estimado de 4.4%, calculando que la cifra rondaría el 3.5%. No obstante, en esta ocasión el BCR oficializó un estimado todavía menor, de 3.1%, para el 2014.
Igualmente, las proyecciones para el 2015 fueron revisadas a la baja del 6% estimado en julio al 5.5% actual. De acuerdo al reporte, los nuevos estimados reflejan, por un lado, el deterioro de las expectativas de inversión y, por el otro, “diversos choques externos e internos producidos durante el último año”.
Los “choques” a los que hace referencia el BCR no son muy preocupantes por su naturaleza temporal. Lo realmente preocupante en nuestro caso es el estado de la demanda interna. Tanto la inversión privada como la pública han permanecido prácticamente estancadas en lo que va del año (si no han retrocedido). El primer indicador fue rebajado de un 3.2% a un -0.4% y el segundo de 6.7% a 0%.
Este comportamiento tiene tres principales factores. En el caso de la inversión privada, en primer lugar, están las expectativas de los inversionistas privados, las cuales tienen incidencia directa en las decisiones de inversión.
En segundo lugar, están los trámites y demoras en los proyectos de inversión, lo que acelera o retiene su ejecución. Por el lado de la inversión pública, el problema principal es uno de gestión.
Los paquetes, medidas, reformas o cualquier acción que tome el Gobierno con el fin de reactivar la economía debe apuntar directamente a mejorar las condiciones de estos tres factores de forma urgente.
La recuperación del último trimestre y el crecimiento del 2015 dependerán, finalmente, de qué tan rápido se recupere la inversión, particularmente la inversión privada.