Editorial de Gestión: Más cerca de lo que parece

Es inevitable notar ciertos paralelismos e indicios que podrían encaminar al Perú en la misma ruta de violencia que México.

Protestas en México por la desaparición de 43 estudiantes. (Foto: Reuters)
Protestas en México por la desaparición de 43 estudiantes. (Foto: Reuters)

SIN ESTADO DE DERECHO. El último viernes, el procurador general mexicano Jesús Murillo Karam anunció que tres detenidos habían confesado el asesinato de los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de setiembre en Iguala, un pueblo en el estado de Guerrero, al sur de México.

Los alumnos habían sido arrestados la noche del 26 por la policía municipal de Iguala bajo órdenes del alcalde -en una redada que dejó, además, seis muertos y 17 heridos- para luego ser entregados al cártel de los Guerreros Unidos. De acuerdo a la versión de los sicarios, los estudiantes fueron conducidos hacia el basurero municipal de una localidad vecina en dos camiones -muriendo varios en el trayecto por asfixia-, donde el resto fue asesinado, quemado y sus restos arrojados a un río cercano.

Desde el 2006, la violencia desatada en México ha cobrado más de 100,000 vidas y ha presentado múltiples casos de asesinatos masivos; sin embargo, ningún evento ha tenido tanta repercusión nacional como este. En los últimos días se han desatado una serie de protestas a lo largo del país que incluso han cuestionado la agenda del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, causando una crisis al interior del Gobierno.

La magnitud de esta tragedia también ha dejado traslucir el nivel de corrupción e impunidad que se ha apoderado de las distintas esferas de poder en México: la infiltración de los cárteles en las autoridades regionales y municipales, y la ausencia de un estado de derecho en partes del territorio nacional (el casual descubrimiento de otra fosa con restos humanos no pertenecientes a los estudiantes en el mismo lugar de los hechos solo ha ayudado a reafirmar esta aserción).

Guardando las distancias, es inevitable notar ciertos paralelismos e indicios que, de no corregirse a tiempo, podrían encaminarnos en la misma ruta que el país azteca. La falta de controles en los gobiernos regionales, la infiltración del narcotráfico en la política, la corrupción en los diferentes órganos del Estado, el despunte del sicariato, etc., son todos problemas que nos predisponen a una eventual hecatombe. Es urgente darles la seriedad que merecen.

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